Cada niño es un mundo, por eso los problemas pueden variar dependiendo de la naturaleza, intensidad, duración y el momento
en que ocurrió la negligencia o el maltrato. Algunos niños evidencian
problemas profundos y obvios, mientras que los problemas de otros podrían ser
tan leves que sería posible no darse cuenta de que están relacionados con problemas sufridos en su infancia. A veces estos niños parece no estar afectados por sus
experiencias. Sin embargo, es importante que recuerdes que éstos se han visto expuestos a cosas terribles.
Existen ciertas señales que los clínicos
experimentados consideran al trabajar con estos niños:
- Retraso en el desarrollo: El vínculo entre un niño pequeño y sus cuidadores
provee el mayor vehículo para su desarrollo físico, emocional y cognoscitivo.
Es en este contexto primario que el niño aprende el lenguaje, las conductas
sociales, y un sinnúmero de otras conductas claves necesarias para un desarrollo
saludable. La falta de experiencias consistentes y enriquecedoras en la niñez
temprana, puede tener como consecuencia retrasos en el desarrollo motor, del
lenguaje, social y cognoscitivo del niño.
- Hábitos Alimenticios: Los hábitos alimenticios
extraños son comunes. Tu hijo podría acaparar comida, esconderla en sus cuarto, comer como si no
fuese a haber más comida, aún cuando lleve años disponiendo de alimentos. Podría rumiar los alimentos (vomitar), tener problemas al tragar y, más tarde en la vida manifestar hábitos alimenticios
extraños que a menudo son mal diagnosticados como anorexia nervosa.
- Conductas calmantes: Para calmarse, estos niños
emplean conductas muy primitivas e inmaduras. Podrían morderse, golpearse la
cabeza, mecerse, cantarse, arañarse o cortarse. Estos síntomas aumentan en
momentos en que sienten angustiados o amenazados.
- Funcionamiento emocional: Pueden presentar una gama de problemas emocionales, incluyendo síntomas de depresión y ansiedad.
Una de estas conductas comunes es el apego “indiscriminado”. Todos los niños
buscan sentirse seguros. Si tenemos en mente que el apego es importante para la
supervivencia, los niños pueden buscar apego (cualquier apego) para su seguridad.
La gente que desconozca estos procesos, pueden pensar que estos niños abusados
y maltratados son “cariñosos” porque
abrazan a personas que les son prácticamente extraños. Los niños no desarrollan
un vínculo emocional profundo con personas que apenas conocen; más bien estas
conductas “afectuosas” son realmente comportamientos que buscan seguridad.
Estas conductas contribuyen a la confusión del niño respecto a la intimidad y
no forman parte de las interacciones sociales normales.
- Modelo inapropiado: Los niños copian la conducta
de los adultos, aún cuando ésta sea abusiva. Aprenden que ésta es la forma
“correcta” de interactuar con otros. Esto les suele causar problemas en sus interacciones sociales con adultos y otros niños. Por
ejemplo, niños que han sido abusados sexualmente, pueden estar en mayor riesgo
de ser nuevamente abusados o pueden convertirse en ofensores sexuales, cuando sean adultos.
- Agresión: Uno de los mayores problemas con estos
niños es la agresión y la crueldad. Esto se relaciona a dos de los problemas
principales en los niños que sufren negligencias:
• Falta de
empatía
• Bajo control de impulsos.
La habilidad de poder “entender” emocionalmente el impacto de nuestra conducta en
otros, no funciona en estos niños: no
entienden o no perciben lo que otros sienten cuando ellos hacen o dicen cosas
hirientes. De hecho, a menudo estos niños sienten la urgencia de pegar y herir a
otros (más débiles que ellos). Lastimarán
animalitos, a niños más pequeños, a sus padres o a sus hermanos. Uno de los elementos más preocupantes de estas agresiones es que, muy a menudo, están
acompañadas por una fría y despegada falta de empatía. Al ser confrontados con su
conducta cruel y agresiva, estos niños podrían mostrar arrepentimiento (una
respuesta intelectual), pero no remordimiento (una respuesta emocional).
¿Cómo puedo ayudar?
Los padres pueden marcar la diferencia en la vida de los
niños maltratados. A continuación se sugieren algunas formas en que se
puede ayudar:
- Mucho cariño: Estos niños necesitan que los cojan, que los
mezan y abracen. Con niños que tengan problemas de apego, hay que ser cariñoso. Ser
consciente de que, para muchos de ellos, en el pasado el contacto había estado asociado al dolor, tortura o abuso
sexual. En estos casos, vigila cuidadosamente
su repuesta y estate en sintonía con su reacción a los cuidados y actúando de acuerdo a ello.
-
Entender su conducta antes de castigarlos o de
aplicarles las consecuencias: Mientras más se pueda aprender sobre los problemas de apego, la
vinculación, el desarrollo normal y anormal, más capacitado se está para
desarrollar intervenciones conductuales y sociales que sean realmente útiles.
Tener información sobre estos problemas puede evitar que se malinterprete la
conducta del niño. Cuando estos niños, por ejemplo, acaparan alimentos no debe
entenderse que están “robando”, sino un resultado común y predecible de haber
sido privado de alimentos en su niñez. Un enfoque punitivo a esta situación
(como a muchas otras) no ayudará a madurar al niño. El castigo puede aumentar en el niño el sentido
de inseguridad, angustia y necesidad de acaparar alimentos. Son muchas las conductas
de estos niños que resultan confusas y perturbadoras a sus cuidadores. Si la situación te supera pide ayuda profesional.
- Hacer el papel de
padres de acuerdo a su edad emocional: Frecuentemente en los niños que han sufrido maltrato y negligencia se encuentran
retrasados social y emocional. Siempre que se sientan frustrados o
asustados, tendrán una regresión. Esto quiere decir, que un niño de diez años puede,
en un momento dado, actuar emocionalmente como uno de dos. A pesar de nuestro
deseo e insistencia de que se comporten de acuerdo a su edad, no pueden
hacerlo. Estos son los momentos en que debemos interactuar con ellos a su nivel
emocional. Si está llorando, frustrado, abrumado (edad emocional de dos
años), trátalo como si tuviese esa edad. Interactuando con él para
tranquilizarlo, en formas no-verbales. Gógelo. Mécelo. Cántale suavemente.
Éste no es el momento de utilizar razonamientos verbales complejos sobre las
consecuencias de su conducta inapropiada.
- Ser consistente, predecible y repetitivo: Los
niños maltratados, con problemas de apego, son muy sensibles a los cambios en las rutinas, a las sorpresas, y, en
general, a cualquier nueva situación. Se sentirán abrumados por situaciones
complicadas y especiales, aunque sean agradables. Las fiestas de cumpleaños, el
quedarse a dormir fuera de la casa, las festividades, los viajes familiares, el
comienzo o terminación del año escolar, todos pueden resultarle
desorganizadores. Debido a esto, cualquier esfuerzo que pueda hacerse para ser
consistente, predecible y repetitivo, será sumamente importante para que estos
niños se sientan a salvo y seguros. Cuando se sienten así, entonces pueden
beneficiarse de las experiencias emocionales y sociales enriquecedoras que le
brindes. Si se sienten ansiosos y asustados, no podrán beneficiarse de la misma
forma de tus cuidados.
- Enséñale conductas
sociales apropiadas: Muchos
niños que han sufrido abuso y negligencia, simplemente no saben cómo
interactuar con otras personas. Una de las mejores formas de enseñarle es
modelarle con tu propia conducta y luego cuéntale lo que estás haciendo y por
qué. Conviértete en un narrador de jugada a jugada: “Voy al fregadero a lavarme
las manos antes de comer porque…”
o “Ahora cojo el jabón y me
enjabono las manos y…”
Los niños ven, escuchan e
imitan. Además de modelarles, también puedes enseñarles a jugar con otros
niños. Sigue un enfoque
semejante al de narrar las jugadas: “ Bueno,
cuando le quitas eso a otra persona, lo más probable es que se sienta muy
molesto, así que si tú quieres que se diviertan cuando jueguesa este juego…”. Al poder jugar mejor con otros niños, desarrollarán una mejor
autoestima y confianza. Con el tiempo, el tener éxito con otros niños le
permitirá ser menos torpe y agresivo socialmente. A menudo los niños
maltratados son “un desastre” debido a
su retraso. Si el niño esta molesto por su ropa o porque no está aseado, sería
útil tener alguna ropa de muda y mejorar su higiene. Una de las áreas en que
estos niños tienen problemas, esta en moderar su contacto físico. No saben
cuando abrazar, cuando pararse, cuándo mantener o romper el contacto visual,
cuándo es apropiado hurgarse la nariz, tocarse los genitales o llevar a cabo
otras actividades de aseo. Irónicamente, los niños con problemas de apego, muy
a menudo iniciarán un contacto físico (abrazos, cogerle la mano, subirse a la
falda) con extraños. Muchos adultos pueden malinterpretar esto como una
conducta afectiva. No lo es, esta actitud es una conducta “suplicante”, que
es socialmente inapropiada. La forma en que los adultos manejen este contacto físico
inapropiado es muy importante. No debemos rehusar abrazar al niño y darle un
sermón sobre su “conducta inapropiada”. En vez de eso, podemos,con delicadeza, dirigirlo a interactuar en forma diferente con
adultos y otros niños. (¿Por qué mejor no te sientas aquí?). Es importante que
estas lecciones sean claras, utilizando las menos palabras posibles. No tienen
que ser directivas (confía en las señales no
verbales). Es también importante explicar las cosas de tal forma que el niño no
se sienta mal o culpable
- Escúchale y habla con él: Una de las cosas
más agradables que podemos
hacer es simplemente detenernos, sentarnos, escuchar y jugar con el niño.
Cuando te mantienes callado e interactúas con él, te darás cuenta que
comienza a mostrarte y a contarte lo que realmente tienen por dentro. Sin
embargo, aunque suene tan sencillo, ésta es una de las cosas más difíciles de
hacer para un adulto, detenerse. Dejar de preocuparse del tiempo o la próxima
tarea, y realmente relajarse en ese momento con el niño. Conviene practicarlo,
sorprenderán los resultados. El niño percibirá que estamos ahí sólo para él. Sentirá lo importante es para nosotros. Es en momentos como éstos, como mejor se puede llegar a ellos, es una gran ocasión para empezar a enseñarle sobre los “distintos” sentimientos que puede experimentar.
No importa la actividad, es importante incluir los siguientes principios:
• Sentir
todos los sentimientos (tristeza, alegría o enfado: añadiremos emociones cuánto más mayor sea el niño).
• Enseñar formas saludables de actuar cuando esté tristes, alegre o enfadado.
• Comenzar a explorar cómo se pueden sentir otras personas y la forma en que expresan sus sentimientos - "¿Cómo crees tú que se siente Juan cuando lo empujas?
• Cuando se perciba que el niño está claramente
alegre, triste, o enfadao, pregúntale qué están sintiendo. Ayúdale a
ponerle palabras y a etiquetar estos sentimientos.
- Tenga expectativas
realistas: estos niños tienen mucho que superar; y algunos, tardarán más que otros en superar sus
problemas. Las expectativas que tenga de una niñita rumana, huérfana, adoptada
a la edad de cinco años, después de haber vivido sus primeros años sin ningún
nutrimento emocional, deberán ser limitadas. A ella se le robó algo, aunque no
todo, de su potencial. Nosotros no sabemos cómo predecir el potencial del
vacío, pero sí podemos medir las fortalezas y debilidades emocionales,
conductuales, sociales y físicas de un niño. Una evaluación detallada realizada
por un psicólogo podrá ser de gran ayuda para comenzar a definir las
áreas de habilidades del niño y aquellas áreas donde el progreso podría ser más
lento. Hay que ser paciente con el progreso del
niño y con uno mismo: El progreso será lento, y a veces puede ser frustrante ya que muchospadres sienten que todo
el amor, tiempo y esfuerzos que han dedicado al niño no paree tener ningún
efecto. Pero sí lo tiene.
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