Justo cuando tus hijos
están comenzando a descubrir los prodigios de la biología, sus cuerpos
comienzan a cambiar. La
adolescencia se considera una etapa dura tanto para los niños como para los
padres. Los cambios físicos que señalan su paso de la niñez a la madurez
sexual no siguen el mismo ritmo que su desarrollo emocional y mental. El
comportamiento adolescente es de transición e inconstante: sus sentimientos son
tentativos y mutantes.
Su tarea primordial es
establecer su propia identidad, un proceso arduo, lento e intenso. En su
naturaleza está cuestionarse todo y a todos, y en la de los padres, preocuparse
por sus hijos. Por eso, una
buena comunicación, por difícil que sea a veces, facilita el proceso.
La adolescencia es un período
de búsqueda incesante. Dos aspectos vitales de su formación como individuos
serán su elección de trabajo y de pareja. Los adolescentes buscan e imitan a
sus modelos de comportamiento. Observan con ojos críticos a su familia, amigos,
profesores y todos los héroes y antihéroes de la sociedad, sean estrellas del
rock, actores o deportistas, sin olvidar a sus abuelos y los hermanos mayores
de sus amigos. Idealizan y
critican por igual a personas, ideas y conceptos religiosos. A menudo
forman grupos muy cerrados con sus amigos y se muestran intolerantes a todos
excluidos del mismo. Oscilan entre la crítica feroz hacia los demás- y hacia sí
mismos. A veces rebosan
autoconfianza para, poco después, hundirse en las simas más profundas de la
desesperación acerca de sus habilidades y su éxito futuro.
Si la adolescencia supone
una crisis de identidad en todos los jóvenes, es lógico que los adoptados se enfrenten a
complicaciones adicionales, lo que algunos expertos han llamado “confusión genealógica”. El
hecho de que los adoptados tengan varios padres despierta preguntas más
complicadas ahora que su desarrollo intelectual ha madurado. La búsqueda de
figuras con las que identificarse hace que
a menudo el adolescente adoptado idealice a sus padres biológicos, se
sienta más interesado en su propia historia o quiera conocerles.
Todos los adolescentes adoptados luchan por integrar sus
fantasías y metas de futuro con su verdadero potencial y su realidad, y los adoptados de otra raza o
cultura (así como adolescentes con trastornos físicos o emocionales) se
enfrentan a retos adicionales. Pueden
sufrir la llamada “difusión de identidad”, es decir, sentimientos de
inutilidad, fragmentación y alineación. Pueden mostrarse especialmente críticos
con sus padres, y echarles un sinfín de cosas en cara. A menudo, o se vuelve
más retraídos o, por el contrario, sienten la necesidad de salir a recorrer el
mundo para encontrar su identidad.
Los adolescentes expresan
a menudo estos sentimientos rebelándose contra las reglas de sus padres. Saber
que tienen un origen diferente contribuye a su necesidad de definirse como seres
autónomos. Según el Dr. Nickmann, “no se puede esperar que un niño adoptado sea
conformista. Si lo es, será porque está inhibiendo parte importante de sí mismo
para sentirse seguro o porque se siente culpable o responsable ante sus padres
adoptivos”.
A tu hijo le ayudará saber que le entiendes y que le apoyas
en su deseo de controlar su propia vida, aunque eso suponga que quiere volar
solo durante una temporada.
También es lógico pensar que, si aún es muy joven, se le puede pedir que espere
hasta que pueda controlar su vida de forma autónoma.
A cualquier padre le hace
falta un temple extraordinario y muchísima paciencia para aguantar los intensos
silencios y los tempestuosos enfrentamientos con un adolescente confundido.
Los padres se sentirán a
menudo tentados de escapar cuando sus hijos tengan rabietas más propias de un
niño pequeño, pero será mejor mantener la calma y defender los valores que les
has enseñado, e intentar mantener abiertos los canales de comunicación.
Biblioteca Virtual de postadopcion.org
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