sábado, 31 de agosto de 2013

NECESIDADES DE QUIENES SON ADOPTADOS. Parte I

Se debe recordar que un niño o una niña adoptados son, ante todo, un niño o una niña. Por tanto, la mayor parte de sus necesidades  son las mismas que las de cualquier otro niño o niña. Aunque sea de forma muy esquemática, no está de más recordar que las necesidades infantiles fundamentales tienen que ver con:

ü  Cuidados físicos, alimentación, atención a la salud.

ü  Protección ante cualquier forma de maltrato, sea por acción (por ejemplo, maltrato físico) o por omisión (negligencia, abandono, descuido).

ü  Afecto incondicional, con vinculación segura y estable a la persona que lo cuida, protege, dan cariño, acompaña y estimula.

ü  Estimulación adecuada a la edad que permitan un buen desarrollo de capacidades como la inteligencia y el lenguaje.

ü  Pautas educativas y de disciplina basadas en el diálogo y el ejemplo que ayuden a desarrollar valores sobre lo que es aceptable y no aceptable.

ü  Hacerse miembros de grupos más amplios (escuela, amigos…) y relacionarse con ellos de forma positiva.

ü  Recibir respaldo y ayuda cuando surjan problemas y dificultades.

Ser padres y madres adoptivos es ser padres y madres como los demás, pero con algunas exigencias adicionales. En la misma línea de razonamiento, ser un niño o una niña adoptada es ser un niño o una niña como los demás, pero con algunas necesidades adicionales. De manera que a lista de necesidades anteriores hay que añadir unas cuantas necesidades específicas de quienes son adoptados, que podemos dividir en tres grupos fundamentales:

ü  Necesidades relacionadas con el pasado (privación, adversidad, separación).

ü  Necesidades relacionadas con la vinculación, la adaptación y la integración.

ü  Necesidades relacionadas con la identidad adoptiva.

A continuación vamos a analizar cada una de estas necesidades y más adelante veremos cuáles son las capacidades que los padres adoptivos tienen que poner en acción para responder a esas necesidades.

1.  Necesidades de los adoptados relacionadas con el pasado

Una de las diferencias fundamentales entre las personas adoptadas y quienes no lo son, es que las primeras tienen un cierto pasado antes de incorporarse a su nueva familia. Y a la condición de adoptable se llega porque en ese pasado ha habido circunstancias adversas que han obligado a tomar la radical decisión de separar al niño o a la niña de sus progenitores y de su ambiente.

Como mínimo, todo adoptado tiene un pasado genético y prenatal. Lógicamente, circunstancias como el abuso de alcohol u otras drogas durante la gestación, la falta de una adecuada alimentación o de controles sanitarios son claros factores de riesgo. Estas circunstancias son muy variables de unos casos a otros y se traducirán en que por ejemplo, al nacer unos niños serán más pequeños o más vulnerables que otros. Salvo en casos extremos, los problemas derivados de una gestación en malas circunstancias podrán luego superarse si las condiciones postnatales son favorables.

Algo parecido ocurre con las experiencias posteriores al nacimiento, respecto a las cuales la variabilidad de unos niños a otros es extraordinaria. Las experiencias de vida familiar que pueden haber tenido son muy variadas. En cualquier caso, se da una separación respecto a las personas y el entorno que había sido de referencia inicial.

Por otra parte, la importancia de estas experiencias (especialmente cuando hay algún tipo de maltrato implicado) se acentúa por el hecho de que ocurren durante los primeros años, que se consideran de gran importancia para el desarrollo futuro. Si las personas que deberían cuidar, querer, proteger y estimular lo que hacen es descuidar y maltratar, algo fundamental en los cimientos del desarrollo personal está viéndose afectado.

Tras su separación de la familia en que nacieron y en que tal vez crecieron durante años, la mayoría de niños pasan por instituciones.

Como resultado de toda esta serie de adversidades previas, son muchos los niños y niñas que llegan a su familia con retrasos y problemas. Quizá como consecuencia de que las circunstancias han sido más o menos adversas, o tal vez como consecuencia de las diferencias entre unos niños y otros en resistencia a la adversidad, lo cierto es que unos llegan sin retrasos y problemas a su nueva familias; aunque la mayor parte llega con algunos retrasos y problemas, que en algunos casos son poco significativos y en otros muy significativos. De haberlos, esos retrasos pueden afectar a algunas de las siguientes áreas:

-      Salud y desarrollo físico: algunos niños llegan a sus nuevas familias con algunas enfermedades (por ejemplo, respiratorias o parasitarias) y retrasos en el desarrollo físico (algo más bajos de lo que correspondería para su edad, por ejemplo), mientras que otros no presentan problemas apreciables en estos ámbitos.

-      Salud emocional: algunos niños han tenido la experiencia del amor y la protección por parte de alguien y durante un tiempo significativo, pero no son pocos los que han tenido la experiencia de afectos inseguros o desorganizados y caóticos (por ejemplo, la misma persona que un día cuida y protege, otro día descuida y maltrata).

-      Desarrollo psicológico adecuado a la edad: algunos tienen el desarrollo mental que corresponde a su edad, pero son frecuentes los desfases entre la edad cronológica y la edad mental, desfases que pueden ser algo o muy significativos.

-      Problemas de comportamiento: algunos niños y niñas han desarrollado problemas de conducta tales como agresividad o hiperactividad, por ejemplo, mientras que otros no presentan especiales dificultades en este ámbito.

Una de las indudables satisfacciones y alegrías de quienes adoptan es que contribuyen activamente a superar estas dificultades de partida. Porque todas las limitaciones que se observan a la llegada van a mejorar de manera muy significativa gracias a la adopción, que va a proporcionar  a los adoptados un nuevo ambiente y unas nuevas experiencias que van a ir contracorriente de la adversidad anterior y que van a permitir orientar el crecimiento, el desarrollo y las relaciones en una dirección mucho más positiva.

En algunas facetas, o en algunos niños la recuperación será total, mientras que en otros aspectos y en otros niños la recuperación será muy significativa, aunque quizá no completa. El resultado final dependerá en parte del grado de adversidad inicial, en  parte de la capacidad de la familia adoptiva para ofrecer circunstancias favorables a la recuperación y en parte de diferencias individuales siempre presentes entre las personas.
 Lo que es seguro es que la adopción contribuirá muy activamente a dar un nuevo rumbo, más optimista y positivo, a trayectorias vitales cuyos inicios habían estado marcados por la adversidad.




Artículo extraído de “La aventura de adoptar”.

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