martes, 30 de julio de 2013

DESCUBRIMOS LOS TRANSPORTES



PARA LOS NIÑOS.

TE QUIERO UN MONTÓN

COMO YA OS COMENTÉ, EL OTRO DÍA COMPRÉ VARIOS LIBROS. YA OS OS HABLÉ DE UNO: "MAMÁ, ¿DE QUÉ COLOR SON LOS BESOS?; AHORA LO VOY A HACER DE OTRO IGUAL DE BONITO:

EN ESTE CUENTO GARBANCITO AVERIGUARÁ DE CUÁNTAS MANERA LE QUIERE SU MAMÁ.

domingo, 28 de julio de 2013

DOÑA TORTUGA QUERÍA VOLAR



PARA EDUCAR LA ATENCIÓN.

MAMÁ, ¿DE QUÉ COLOR SON LOS BESOS?

AYER SALIMOS DE COMPRAS Y, COMO CADA VEZ QUE SALIMOS, HACEMOS UNA PARADA PARA MÍ OBLIGATORIA EN ALGUNA LIBRERÍA. EN ESTE CASO HE DE DECIR QUE COMPRÉ TRES LIBROS INFANTILES.
      ENTRE ELLOS, QUIERO RECOMENDAROS :
"MAMÁ, ¿DE QUÉ COLOR SON LOS BESOS"". 


YA QUE CON ÉL PODRÉIS AFIANZAR VÍNCULOS CON VUESTROS HIJOS A TRAVÉS DE LA LECTURA, A MODO DE BESOS JUGUETONES.
ES UN LIBRO QUE ME ENAMORÓ DESDE QUE ABRÍ LA PRIMERA PÁGINA. ASÍ QUE NO PODÍA FALTAR EN MI BIBLIOTECA. 

        


domingo, 21 de julio de 2013

LA ORQUESTA DE LOS PECES



PARA MIS NIÑOS, QUE LES ENCANTA ESTA CANCIÓN.

SOY UN DRAGÓN


Este cuento, de la editorial Edelvives, acerca a los más pequeños al mundo de las emociones, de lo que sucede en su interior cuando sienten ira, rabia, enfado. 

Ésta es la historia de un niño que, como tantos otros, a veces no comprende las decisiones de los mayores. Ante la insistente negativa de su madre, se enfada tanto que llega a sentirse como un dragón, uno de esos que echan fuego por la boca.

Sin pensarlo, escupo las palabras más terribles.
Porque los dragones no piensan.

El niño de la historia llega a sentirse tan lleno de ira, que no entiende el lenguaje de sus padres, no atiende a razones, destroza todo lo que encuentra a su paso. Hasta que sus papás se enfadan con él y se siente solo, muy solo.

Y la única forma que encuentra para apagar ese fuego que arde dentro de sí, es llorando. Se siente triste, avergonzado.
Pero esa ira, ese fuego ardiendo dentro, se desvanece con el cálido abrazo de sus padres.
 El dragón ha desaparecido.
He vuelto a ser un niño pequeño.
Un libro que ayuda a los niños a entender la furia que pueden llegar a sentir cuando se enfadan.
Pero sobre todo, me ha gustado la reflexión final:
Lo que sí sé ... es que seguro que había un motivo muy bueno para convertirme en dragón.
 Pues no hay que olvidar que los niños, son sólo eso: niños. Y en muchas ocasiones, no entienden las decisiones de los mayores, sobre todo cuando no son explicadas correctamente.


sábado, 20 de julio de 2013

¿POR QUÉ FUI ABANDAONADO? PÉRDIDA Y DUELO EN LA ADOPCIÓN



La pérdida es un sentimiento que marca a los niños adoptados, que aflora de diferentes formas a lo largo de su vida. Saber que sus padres biológicos los dieron en adopción, y no tener demasiada información al respecto, puede afectar a su autoestima. A veces sienten que su estatus en la sociedad es ambiguo.

El impacto emocional total de la pérdida afecta generalmente a los niños entre 7 y 12 años, cuando son capaces de comprender más cosas acerca del concepto de la adopción. La razón es que comienzan a expandir su universo más allá de su familia, y se encuentran más en sintonía con su mundo interior. Es un paso de gigante en su evolución, pero despiertas dudas en los padres acerca de la cantidad y calidad de la información que deben proporcionarle acerca de su adopción, inciertos sobre si su hijo quiere o teme tenerla. Es aún mucho más difícil si se trata de niños que no preguntan sobre sus padres biológicos.

Aunque pueda sonar algo extraño, resulta útil recurrir a esas mismas preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte que ellos no hacían cuando eran más pequeños. Puedes comenzar hablando como lo harías con otro adulto. Por ej., diciendo “quiero que sepas si te apetece hablar de tu adopción, estaré encantada de hacerlo,” o “no me has preguntado nada al respecto últimamente, pero ahora que eres mayor, quizá quieras hablar de ello de una forma más adulta”. Este tipo de introducción les hace saber que estás interesado en hablar del tema y que eres consciente de que es mayor, más maduro. En cualquier caso tu disposición a hablar de ello y a reconocer la diferencia entre ser adoptado o biológico puede ayudarles a superar el duelo de esta pérdida.

Puedes contribuir a que tus hijos superen este duelo si no te muestras a la defensiva en torno a su adopción, al igual que mostrarte sensible al hecho de lo poco o mucho que quieran hablar sobre ello. Sin embargo, no pongas un énfasis excesivo en la adopción, porque podrías hacerles sentir incómodamente conscientes al respecto. Pero si no se habla en absoluto, puedes hacerles sentir, aunque sea de forma inconsciente, que no son personas valiosas.

Una vez que entiendan los hechos biológicos de la vida, y comienzan a comprender los roles sociales y culturales de la vida familiar en su comunidad, los niños empieza a imaginar cosas sobre sus padres biológicos. Por ejemplo, un niño de 7 años puede preguntar si la vecina de 15 años se parece a su madre biológica, o un niño de 8, preguntar si su padre biológico podría haber sido un amigo de la familia. O que una niña de 9 años afirme que cuando va al centro comercial busca a una mujer con una nariz como la suya.

A los niños en edad de preescolar les gusta oír cómo fue su adopción y cómo llegaron a sus casas; los de más edad cavilan sobre otro aspecto: su madre biológica los dio en adopción, y se preguntan la razón. Al igual que los más pequeños intentan encontrarle sentido a la reproducción desarrollando sus propias teorías y mezclándolas con lo que sus padres les cuentan, en esta etapa intentan conciliar sus pensamientos con los datos disponibles. Lo que aprenden les despierta una mezcla de emociones que van de la incredulidad a la tristeza, pasando por la decepción, la ira y la culpa. Los niños no siempre son capaces de expresar estos sentimientos, pero eso no significa que no tengan que reconocerlos y procesarlos antes de que pueda llegar a comprenderlos de verdad.

Algunos expertos piensan que los niños han de pasar el duelo de los padres biológicos al igual que las parejas infértiles han de llorar la pérdida de un hijo biológico. Muchos niños piensan que fueron abandonados porque eran malos, y otros creen que sus padres adoptivos se enfadarían o sentirían heridos si ellos quisieran saber más cosas sobre los padres biológicos. Cuando son más pequeños, expresan sus sentimientos de forma más directa y abierta, pero al crecer desarrollan un mayor sentido de la privacidad, y no están seguros sobre la capacidad de sus padres para tolerar sus preguntas o sentimientos. Por eso pueden mostrarse más reservados.

Existe una situación muy corriente a esa edad, que es pensar que fueron adoptados o raptados de otros padres, mejores que los que tienen, una fantasía frecuente entre todos los niños. Los imaginan ricos o aristócratas, padres ideales que ni les obligan a recoger los juguetes ni a lavarse los dientes. Cuando no les gusta algo de la vida real, la fantasía les permite soñar con esa familia “mejor”. Estas fantasías son una vía de escape para los niños cuando están enfadados con sus padres, y cuando no saben cómo expresar ese malestar. Generalmente, cuando el niño se da cuenta de que se puede sentir amor y odio hacia los demás, dejará de pensar en la otra familia.

El mundo de fantasía de los niños adoptados es más complicado a causa de la existencia de unos padres biológicos, y toda la información que tengan al respecto influye en él. A veces los hechos hacen que les sea más difícil idealizarlos o les hace sentirse presionados para ser totalmente iguales o, por el contrario, radicalmente diferentes, a unos u otros padres.


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viernes, 19 de julio de 2013

VAMOS A HACER UN PULPO



AQUÍ SE OS DA LA IDEA. VOSOTROS PODÉIS HACER VUESTRA PROPIA VERSIÓN. ¡ARRIBA LA IMAGINACIÓN!

EL NÚMERO 1

DIBUJA UNA MANZANA DENTRO DEL CÍRCULO FORMADO POR EL  GUSANO. DESPUÉS REPASA Y ESCRIBE LOS NÚMEROS 1 SIGUIENDO LA DIRECCIÓN CORRECTA.

jueves, 18 de julio de 2013

HIJOS DEL CORAZÓN. CAPITULO 2.

ADOPCIÓN Y ETAPAS DEL DESARROLLO: NIÑOS EN EDAD DE ESCUELA PRIMARIA (DE 6 A 11 AÑOS)


Los estudios sobre adopción en los niños de esta edad son contradictorios. Mientras que algunos afirman que los niños adoptados no tienen más problemas psicológicos que los no adoptados, otros consideran que sí muestran más trastornos de comportamiento y personalidad, generalmente una mayor dependencia, ansiedad, miedo y hostilidad.

En general, los niños adoptados suelen estar dentro de la media, tanto académica como emocional. Sin embargo, pueden mostrar más problemas si fueron adoptados con más de nueve años o si pasaron por varios hogares diferentes. Dados que esos niños tienen más posibilidad de tener problemas de vinculación, los padres deben considerar la necesidad de apoyarle con tratamientos terapéuticos si aparecen signos de problemas.

Este período de la infancia suele describirse como un período feliz, durante el cual los niños apenas tienen responsabilidades ni problemas. Sin embargo, sabemos que esta etapa, entre los 6 y 11 años, tiene otro lado mucho más complejo. Esta faceta la desarrollan los niños, sobre todo, a través de su mundo interior, que a menudo se desvela a través de sus sueños y fantasías. Es ahí donde expresan sus sentimientos, sus deseos de abrirse más allá de su círculo familiar, de ser valorado por los demás y sus miedos a ser tontos, feos, o inútiles.

Durante este periodo se expanden sus horizontes: están listos para aprender no sólo de su familia, sino también del colegio, de sus amigos, de la vida exterior en general. Los juegos de equipo y la competición les atraen y ponen nerviosos a la vez, y buscan incesantemente señales de que son queridos y aceptados. Y al mismo tiempo, les preocupa que les puedan pasar cosas malas como “castigo” a sus malos pensamientos.

No es de extrañar que en este estado, incluso sin la presión adicional que puede suponer un divorcio u otras crisis familiares, sufran a menudo de problemas emocionales y de comportamiento. Algunos de los problemas más comunes son la hiperactividad; mal rendimiento académico; baja autoestima; agresividad; testarudez; relaciones problemáticas con hermanos, amigos o padres; falta de confianza; miedo; tristeza; depresión o soledad. Los padres adoptivos se preguntan en qué medida ese tipo de problemas están causados o influenciados por la adopción. Algunos expertos aseguran que debemos ser conscientes de que la mayor fuente de problemas son los cambios que conllevan ese paso de la niñez a la adolescencia, no el hecho de que el niño seo a no adoptado.

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miércoles, 17 de julio de 2013

¡LLAMADA A LA JUNTA!



HOY HEMOS LLAMADO A LA JUNTA Y NOS HAN VUELTO A DECIR QUE AÚN VAN ASIGNANDO POR EL PRIMER TRIMESTRE DE 2009, Y QUE TODAVÍA QUEDAN ALGUNAS FAMILIAS DEL 2008 POR ASIGNAR. ASÍ QUE SEGUIMOS ESPERANDO. UN BESO A TODOS LOS QUE COMO NOSOTROS INTENTAN NO DESESPERAR.

¿Cuántos hay?


Tacha el grupo que tiene un cuaderno. Después repasa los números 1 siguiendo la dirección correcta.

martes, 16 de julio de 2013

HIJOS DEL CORAZÓN. CAPÍTULO 1.



Retrato de historias reales.

NIÑOS ADOPTADOS CUANDO SON MAYORES O DE OTRA RAZA


Los niños adoptados, cuando son mayores de dos años o son de una raza diferente a la de sus padres adoptivos, necesitan escuchar antes que son adoptados.

Cuando se trata de niños mayores, que tienen memoria de su pasado, la incapacidad de reconocer esos recuerdos y de no darles la posibilidad de hablar de ellos puede reforzar los problemas de vinculación. En ese caso, los padres “deberían intentar salvaguardar la continuidad de las experiencias del niño recordándole sus experiencias anteriores de vez en cuando, pero teniendo a la vez en cuenta que recordárselo en exceso puede despertar temores a perder su hogar actual”, sugiere el Doctor Nickman.

Si tu hijo es de otra raza o sus rasgos son muy diferentes a los de tu familia, debes de estar atento a los signos de que él también es consciente de esta diferencia. Tu hijo puede haberse dado cuenta, o alguien se lo puede haber dicho. Además de explicarle que el proceso de nacer es el mismo para todo el mundo, debes explicarle que la gente de diferentes culturas tiene rasgos físicos distintos y su propia herencia cultural. A veces los niños que tienen un aspecto diferente a su familia necesitan tener la seguridad de que sus padres les quieren y se van a mantener a su lado. A los niños con trastornos del desarrollo se les puede simplificar las explicaciones sobre el nacimiento, y ajustarlas a su capacidad de comprensión. Cuando los niños no expresan interés en el tema es porque no están todavía preparados para beneficiarse de una conversación al respecto.

En cualquier caso, durante años tendrás que volver regularmente al tema de la adopción antes de que tu hijo pueda llegar a entender del todo su significado. Mientras tanto, lo más importante es que le proporciones a tu hijo un ambiente que alimente el deseo de aprender y la comprensión de los conceptos familiares más importantes, como el amor y la agresión, el odio y los celos, sexo y matrimonio, enfermedad y muerte. Existen estudios que sugieren que los adolescentes adoptados están más adaptados si han crecido en familias en las que todo tipo de tema, incluida la adopción, se hablan abiertamente desde la infancia más temprana.

Los niños que aprenden desde pequeños que no pasa nada por preguntar y mostrar curiosidad mantendrán esa misma actitud en la escuela y se sentirán más dueños de sus vidas. Es la razón por la que tanto los comportamientos de separación como de vinculación deben ser alimentados - y soportados pacientemente- por los padres. Ambos son necesarios para que el niño desarrolle su identidad y para que sea capaz de establecer relaciones personales profundas.

La reacción de los niños de preescolar a su adopción depende de forma casi exclusiva de los sentimientos que tengan los padres sobre ella. A esta edad, a los niños les emociona tanto oír sobre su adopción como a los hijos biológicos el que les cuenten su nacimiento. Para hacerle entender a tu hijo que es parte importante de vuestras vidas, comparte con él la emoción de recibir la llamada de su asignación; los nervios del viaje de recogida; y la alegría de toda la familia ante su llegada. A medida que pase el tiempo y se vayan creando lazos y aumente la confianza, tus hijos serán capaces de asimilar la historia de su adopción y su singularidad.


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domingo, 14 de julio de 2013

¿DE DÓNDE VENGO? ¿CÓMO HE LLEGADO HASTA AQUÍ?


Los niños de 3 a 6 años no siempre entienden en significado de “haber nacido”, pero seguramente tengan alguna idea de cómo nacen los animales, o incluso sobre la forma en que lo hacen los bebés. Suelen hacer un sinfín de preguntas sobre este tema, tan fascinante para ellos, y aunque a veces a los padres les resulta embarazoso, la suya es tan sólo la curiosidad normal y unas sanas ansias de saber. Ésta es la oportunidad idónea para explicarles de dónde vienen los niños, cómo nacen, y cómo se forman las familias. Esta información será muy valiosa para ayudarle a entender la adopción. Quizás esto despierte recuerdos dolorosos sobre tu propia infertilidad si esta fue la razón que te llevó a adoptar, pero hablar sobre la gestación y alumbramiento y la creación de una familia con tu hijo puede ser enriquecedor y liberador para toda la familia.

En este momento, los padres adoptivos deben determinar qué contarán a sus hijos sobre su adopción, y cuándo lo han de hacer. Muchos expertos recomiendan introducir la palabra “adopción” cuanto antes para que se integre de forma natural en su vocabulario, y explicárselo entre los 2 a 4 años. Sin embargo, otros expertos consideran que si el bebé fue adoptado antes de los 2 años y es de la misma raza que sus padres, no se gana mucho explicándoselo antes de los 4 ó 5 años. Antes de eso, pueden escuchar la palabra, pero no entenderán el concepto.
           
      El Dr. Steven Nickman, autor del artículo “Pérdidas en la adopción: la necesidad del diálogo”, sugiere que el momento ideal de explicarles a los niños su adopción es de los 6 a 8 años. Cuando tienen 6 años, los niños se sienten bastante seguros de su familia como para no sentirse amenazados por ser adoptados. El Dr. Nickman cree que los niños en edad preescolar todavía sienten temor de perder el amor de sus padres, y que por tanto, explicar su adopción a esa puede no ser adecuado. Además, caben dudas sobre si un niño de menos de 6 años entiende el significado de la adopción y es capaz de procesar cognitivamente la pérdida que implica saber que nació en el seno de otra familia.

No se recomienda esperar a la adolescencia para revelarles su adopción. “Decírselo a esa edad puede ser devastador para su autoestima y para su confianza en los padres”, explica el DR. Nickman.


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ADOPCIÓN Y ETAPAS DEL DESARROLLO: DE LOS 2 A LOS 6 AÑOS.


           Si pensabas que los procesos del desarrollo de tu hijo durante sus primeros dos años de vida fueron vertiginosos, verás que estos años de preescolar están llenos de actividad y preguntas sin fin. Una vez que aprenden a hablar, los niños sólo necesitan un compañero con el que compartir un mundo que se abre a sus preguntas y comentarios. Este es el momento en que los padres comienzan a sentirse obligados a explicar la adopción a sus hijos. A esta edad los niños vuelcan muchísima atención en las conversaciones de los adultos y comprende mucho más de lo que éstos imaginan. Los padres se encontrarán de lo más ocupados respondiendo a preguntas tales como el por qué del azul del cielo; la caída de las hojas; los colores de la piel; el vuelo de los pájaros o la razón por la qué ahora no van a tener un hermanito. Cuánto más cómodos se sientan los padres respondiendo a todas sus preguntas, más dispuestos a aprender se encontrarán los niños. La falta de aprender por aprender se debe a menudo a demasiados “no lo sé” a sus preguntas o la clara indiferencia de sus padres.
          
  A veces los padres se avergüenzan de no conocer las respuestas, o temen dar la contestación equivocada, por lo que ignoran la pregunta o cambian de tema. Al hacerlo pierden la oportunidad de hablar con sus hijos de sentimientos importantes. Por ejemplo, recordamos el caso de una niña que, visitando un museo con su padre, le preguntó por qué lloraba la mujer de uno de los cuadros. Él se sintió incómodo y siguió adelante. Sin embargo esta hubiera sido una ocasión excelente para comentar las razones por las que la gente a veces está triste, y de preguntarle a su hija por qué pensaba que la mujer del cuadro estaba llorando.
           
     Los niños entre 2 y 5 años tienen muchos miedos, especialmente a ser abandonados, perderse o dejar de ser amados por sus padres. A menudo, desarrollan un razonamiento “mágico”, y no distinguen la realidad de la fantasía, sintiendo miedos muy reales a cosas imaginarias, como los gigantes, los monstruos, las brujas o los animales salvajes.

A esta edad, los niños se van acostumbrando a separarse  de sus seres queridos, a menudo porque van a la guardería o al parvulario. Hacen nuevos amigos, y conocen a gente más allá de su familia, ampliando sus intereses. A la vez, se dan cuentan de que sus padres no lo saben ni lo pueden todo, y que no pueden controlar todo lo que pasa a su alrededor, un sentimiento terrible que amenaza su seguridad.
           
     Verás que niños y niñas imitan la forma en que sus padres les cuidan, paseando, alimentando, cambiando y acostando a sus muñecos y peluches. Los besan, y a veces los tiran o golpean. Desarrollan con ellos los comportamientos de vinculación y separación. Si entra un bebé en la familia, muchos niños de 2, 3 y 4 años insisten en que es su “bebé”, que lo parieron o adoptaron ellos. A veces las niñas pueden decir que ellas son la mamá, y papá. Los niños cuentan a menudo que se casarán con mamá cuando papá muera. Si les escuchas, te darás cuenta que los pequeños están intentando comprender las relaciones de la familia y encontrar una manera de expresar sus sentimientos de amor, odio y celos.

Los niños no entienden por qué mamá y papá duermen juntos mientras que a ellos les toca hacerlo con un peluche. Es el llamado complejo de Electra en las niñas, conocido como complejo de Edipo en los niños. Las niñas pueden sentirse celosas de la relación adulta entre su padre y su madre, experimentando una mezcla de sentimientos que incluyen querer casarse con papá, y a la vez, sentir que no dan la talla. Los niños quieren ser la pareja de mamá en todo y mostrar su incipiente masculinidad. No entienden por qué papá tiene que estar siempre presente, pero a la vez temen que esté enfadado con ellos por expresar esos sentimientos de rechazo. Es un comportamiento perfectamente normal en niños de esta edad.

Durante esta etapa también se observa un aspecto agresivo y competitivo. A veces, se muestran tozudos, retadores, y peleones, generalmente con el progenitor de su mismo sexo. Las niñas discuten con su madre sobre la ropa, qué juguetes llevarse o quién manda sobre el bebé. Los  niños insisten en hablar sobre lo que harán de mayores y hasta en la más pacífica de las familias, transformarán todo tipo de objetos en armas que usarán contra todo y contra todos, incluido su padre en momentos de frustración y enfado.

Estas conductas son parte del proceso de elaboración de los niños de sus sentimientos de inferioridad y pequeñez frente a sus padres, y su ansia de autonomía e independencia. Quieren ser mayores, pero seguir disfrutando de las ventajas de ser pequeños. Si no pueden ser la pareja de mamá o papá, quieren ser sus “bebés”.

Gradualmente, la intensidad de estos sentimientos disminuye. El amor de los niños por sus padres les permite superar el complejo de Edipo o el de Electra, cambiando el deseo de casarse con sus padres por el de ser como ellos cuando crezcan.

Casi todos los niños pasan por esta etapa, con diferentes manifestaciones, incluso aquellos criados en familias monoparentales. A veces, este comportamiento se expresa de forma directa. A veces es más sutil, reconocible sólo  través de sus sueños o de juegos.

(Los niños que han sido maltratados no siempre muestran este tipo de comportamiento. Pueden mostrarse seductores o temerosos, indecisos sobre si pueden ser afectuosos, o desplegar síntomas propios del abuso sexual. Estos niños necesitan ayuda extra de sus padres y, posiblemente la de un terapeuta, antes de sentirse lo suficientemente seguros como para expresar sentimientos de amor o sexualidad en sus nuevas familias).
Durante estos años, es mejor responder a estos comportamientos con sentido del humor y explicarle con mucho tacto que, cuando crezca, encontrará a alguien como mamá o papá. Los niños adoptados se preguntarán, indefectiblemente, a qué mamá o papá te refieres. Algunos expertos creen que este no es el momento de hacer hincapié en la familia biológica, pues ya les cuesta bastante encontrar su lugar en la familia adoptiva (como hermano pequeño, mayor, etc.) y asumir su género sin encima tener que ocuparse del significado de “padres biológicos”. Es posible que los niños de esta edad ni siquiera entiendan este concepto.


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lunes, 8 de julio de 2013

LLENO Y VACÍO.


Colorea de azul los vasos que están llenos y de amarillo los que están vacíos.

ADOPCIÓN Y ETAPAS DEL DESARROLLO: EL SEGUNDO AÑO.


Los niños continúan con estos ciclos de separación y vinculación de formas más sofisticadas a lo largo de su segundo año. Aprenden a decirte claramente cómo se sienten abriéndote los brazos y protestando vigorosamente cuando les dejas. Aumenta la ansiedad de separación, y pueden comenzar a expresar la ira. En esta etapa, durante la que has de guiarle y protegerle, te encontrarás diciendo “no” constantemente. No es sorprendente que eso le frustre, algo que muestra de muchas maneras. Generalmente, la primera expresión es un llanto desconsolado. Más tarde, puede mostrar comportamientos agresivos como tirar cosas, pegar, empujar, morder y pellizcar. A menudo lo hace contigo, y en ocasiones, con sus compañeros de juego. Ese tipo de comportamiento confunde y asusta a los padres, que pueden llegar a preguntarse si su hijo es normal. Los padres adoptivos, a menudo temen que esté apareciendo algún rasgo de carácter de origen genético y que su comportamiento esté relacionado con su adopción, o temen que puedan ser señales de problemas futuros.
        
Es conveniente saber que este comportamiento es típico de los niños de esta edad, que tienen deseos enfrentados acerca de sus deseos de autonomía y su miedo a separarse de ti. Casi todos los niños pasan por una etapa de “yo solo”, acompañada de rabietas y luchas en torno al abandono del pañal. Manejar las rabietas, poner límites y potenciar el desarrollo del lenguaje y la expresión de sus sentimientos consumirá la mayor parte de tu tiempo y paciencia.

Durante los primeros dos años, las etapas de vinculación, el comienzo de la separación, y la expresión de la ira y la agresividad suelen ser iguales para todos los niños, sean adoptados o no. Incluso en hogares donde se habla de la adopción con frecuencia y el niño hasta es capaz de decir tranquilamente, “hola, me llamo María y me trajeron de China”, las palabras tienen poco significado. Lo más importante es que tu hijo tenga la oportunidad de vivir etapas de vinculación y separación de la misma forma que un hijo biológico.

Sin embargo, cuando se adopta a niños de dos o más años, o que han vivido siempre institucionalizados o en varios hogares, es posible que su capacidad de establecer relaciones pueda haberse visto dañada. Una sucesión de cuidadores y vínculos rotos en los primeros meses de vida puede complicar sus adaptación y la capacidad de confiar en los demás. Quizás tendrás que esforzarte mucho para que esté seguro de que le quieres y que siempre estarás a su lado. Incluso si tu hijo recibió buenos cuidados antes de llegar a tu familia, es importante que trabajes mucho ese aspecto de seguridad para que perciba la importancia del cariño.

Si se trata de una adopción intercultural, puede ser útil conocer cuáles son los comportamientos tradicionales de esa cultura. Tenemos por ejemplo el caso de una familia que adoptó una bebé asiática de siete meses. Cuando lloraba no había forma de calmarla meciéndola en brazos: sólo se tranquilizaban si la tumbaban en el suelo junto a su madre y le susurraban con cariño.  En cuanto se calmaba, gateaba para el regazo de su madre para ser abrazada. Otro ejemplo es el de un bebé peruano que necesitaba dormir con un adulto durante los primeros meses. Su flamante cuna se quedó sin utilizar hasta que tuvo 15 meses, pues hasta entonces sus padres no consiguieron que durmiera solo.

Cuando son algo más mayores, los niños adoptados suelen seguir los mismos procesos de vinculación y separación que otros niños, pero posiblemente en otro orden. Esto te permitirá compensar lo que se perdió o dañó en sus relaciones anteriores.

Los primeros dos años son cruciales en el desarrollo de la personalidad, e influyen de forma dramática en el futuro de un niño. A medida que vayas formándote como padre, tu hijo también encontrará su sitio dentro de tu familia.

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Lola y las vocales



Para recordar las vocales.

domingo, 7 de julio de 2013

ADOPCIÓN Y ETAPAS DEL DESARROLLO: EL PRIMER AÑO.

Aprender sobre las etapas del desarrollo de los niños y niñas y lo que podemos esperar en cada una es importante para todos los padres, y cuando se trata de hijos adoptivos, hay consideraciones adicionales.

Da igual que el niño haya sido adoptado de bebé o con más edad, que esté sano o que tenga problemas físicos o psicológicos: ser adoptado influirá en su desarrollo, y los padres necesitan saber cuándo y en qué manera.

En estos artículos, se abordarán diferentes sentimientos –separación, pérdida, ira, dolor e identidad- y la forma en que se expresarán a medida que el niño crezca.
        Algunos de estos problemas serán obvios en todas las etapas del desarrollo, mientras que otros saldrán a flote en momentos puntuales. Cuánto más y mejor comprendas el comportamiento de tu hijo, más fácil te será apoyarle y ayudarle a desarrollar su autoestima y a que se sienta y sepa querido. Las etapas aquí descritas corresponden a la edad cronológica de los niños, pero el desarrollo de tu hijo puede seguir otro ritmo. Algunos niños pasan con más rapidez de una etapa a otra, mientras que otros mantienen determinados comportamientos durante más tiempo del esperado. No falta quienes tardan sustancialmente en pasar de una etapa a otra. Por ejemplo, muchas características de la adolescencia, no aparecen hasta pasados los veinte años y pueden persistir hasta que se forme su identidad.

EL PRIMER AÑO


La tarea principal de un bebé es desarrollar un sentimiento de confianza en el mundo y verlo como un lugar predecible y fiable. Los bebés forman ese sentimiento de seguridad creando un vínculo con sus cuidadores. En estos primeros meses, los niños tienen una capacidad innata de “vincularse” para asegurar su supervivencia. Lo hacen a través de la succión, la alimentación, sus sonrisas y sus gorjeos, comportamientos que, en circunstancias ideales, provocan respuestas cariñosas por parte de sus padres o de sus cuidadores. Esta agradable forma de interacción y la atención constante de los padres crean el vínculo entre padres e hijos, y son la base para el sentimiento de confianza del niño.
Durante este período, un cuidado constante y un ambiente libre de tensiones hacen que el niño se sienta seguro. Lo más importante que puedes hacer por él es mostrarle, a través de la atención y el cariño, que le amas y que puede fiarse de ti. Si respondes a su llanto, aprenderá a confiar. Si le abrazas y sonríes, aprenderá a sentirse contento.
Aunque la necesidad de vincularse se mantiene durante mucho tiempo, a lo largo de este primer año de vida también se inicia de forma paralela el proceso de separación. Un momento clave es cuando comienza a gatear, y posteriormente, a andar. Pero a la vez que inicia la separación, el bebé la teme. Este es un proceso que tiene también una vertiente psicológica: los bebés comienza a expresar su opinión mediante lenguaje no verbal. Muchos expertos en desarrollo infantil consideran que la primera infancia es un periodo de fases de vinculación y separación que se alternan para establecer al niño como una persona independiente, capaz de relacionarse felizmente con otros miembros de su familia y amigos, así como de establecer relaciones íntimas con otras personas.


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jueves, 4 de julio de 2013

La identidad de los niños



Este vídeo no es para los niños sino para los padres. Explica muy bien como forman los niños su identidad.

CONVERSACIONES DIFÍCILES




La psicóloga Holly van Gulden, psicóloga especialista en adopción, ha escrito un artículo interesante que me gustaría compartir con vosotros:

“Los padres que tienen información potencialmente dolorosa del pasado de sus hijos y/o de su familia biológica deben enfrentarse a varias decisiones complejas. Como por ejemplo: ¿Debemos compartir esta información con nuestro hijo? Y si lo hacemos, ¿a qué edad o en qué momento de su desarrollo? ¿Cómo compartirla? ¿Cuánto decirle? ¿Quién debe hablar con él?

            Estoy convencida de que los niños necesitan conocer su pasado, lo bueno, lo no tan bueno, lo divertido, lo doloroso, lo fácil y lo difícil. En mi experiencia como madre y como terapeuta especializada en adopción, nunca he encontrado un solo caso en el que me pareciera oportuno apoyar la decisión de los padres de ocultar información. En todos los casos mi objetivo ha sido encontrar el modo y el momento adecuados y decidir qué información y con quién compartirla (si es necesario informar a alguien más aparte del niño). Siempre que abordo este tema con una familia, hago hincapié en la necesidad de reunir más datos sobre el pasado del niño, sobre sus padres biológicos como individuos y sobre su patrimonio étnico y cultural. La información “negativa” debe presentarse como una parte del cuadro, no como la totalidad.

           En esta era la información viaja a gran velocidad. Los niños que han sido protegidos de información dolorosa podrían descubrir “hechos” de su pasado o de su familia biológica durante su infancia o edad adulta, incluso si proceden de la adopción internacional. Al descubrir secretos celosamente guardados, pueden sentirse traicionados por los padres adoptivos, avergonzados y llegar a tener problemas de identidad.
            
        Aunque difíciles, o incluso dolorosos, estos “hechos” son piezas fundamentales de la historia y del pasado de nuestros hijos. A menudo la información que los padres no quieren revelar a sus hijos para evitar que sufran, o que interioricen una imagen de sí mismos negativa (mis padres biológicos eran “malos”, yo soy “malo”), encierra piezas clave para resolver el misterio al que todas las personas adoptadas se enfrentan: ¿por qué no me criaron mis padres biológicos? Todo ser humano necesita y tiene derecho a conocer la información relacionada con su pasado, familia biológica e historia personal. Al ocultar información por temor a que nuestros hijos se sientan heridos o avergonzados, les estamos negando la posibilidad de elaborar a largo plazo – a lo largo de su vida- una imagen clara de los personajes y de las circunstancias que han determinado su historia y la posibilidad de encontrar sus propios recursos para procesar y exteriorizar información y sentimientos dolorosos. El guardar secretos, especialmente entre generaciones de una misma familia, implica que los hechos son vergonzosos.
            
        En mi opinión, es importante que los padres adoptivos y los profesionales de la adopción recordemos que hay  niños que viven con sus familias biológicas y se enfrentan con éxito a este tipo de situaciones dolorosas. No todas las mujeres que han concebido a sus hijos durante una violación los dan en adopción. Algunas crían a sus hijos. Los profesionales deben reflexionar sobre las siguientes preguntas: Teniendo en cuenta mi experiencia profesional, ¿aconsejaría a una madre cuyo hijo es fruto de una violación o de un incesto que ocultara los hechos a su hijo? ¿Aconsejaría a una persona cuyo cónyuge se encuentra en la cárcel por cometer un delito de sangre grave o un homicidio, desde que los niños eran tan pequeños que no recuerdan, que mantenga el secreto? ¿Aconsejaría a una abuela o tía que se ocupan de criar a su nieto o sobrino que ocultara al niño que su madre está criando a sus hermanos? ¡No!
            Los secretos son nocivos, incluso para los niños. La mayoría de profesionales elaboran cuidadosamente un programa para enfrentarse a los hechos negativos que incluye hablar con los niños antes de que se conviertan en adultos y, por lo general, antes de que  lleguen a la adolescencia.

COMPROBAR LOS HECHOS:

       ¿De dónde viene la información? ¿Quién la notificó? Es de vital importancia que los padres adoptivos comprueben no solamente la veracidad de los hechos, sino quién los notificó. El objetivo es distinguir entre hechos y especulaciones, saber quién notifica la información y quién la transcribe, cómo la valoró y si se utilizó un lenguaje que implica un juicio moral. En algunos casos, la información importante sobre la vida de nuestros hijos puede contener suposiciones, insinuaciones o interpretaciones personales. ¿Cómo obtuviste la información que posees?
           
       Tu hijo podría acceder a la misma información a través de los mismos medios: con el informe de adopción, encontrando algún familiar biológico o localizando a los asistentes sociales. Debes compartir con tu hijo también las suposiciones e interpretaciones, aunque no se traten de hechos concretos, dejando constancia de tus dudas. Por ejemplo: “El asistente social cree que tu madre era una prostituta porque… Anotó la información sin tener pruebas fehacientes. Puede o no ser cierto”.

            ANALIZAR LOS SENTIMIENTOS:

        Tras haber comprobado la autenticidad de la información, los padres deben cuestionarse sus sentimientos al respecto lo más abierta y honestamente posible. Descubre y desafía tus juicios morales. Es posible que la abstinencia o la virginidad hasta el matrimonio sean un valor importante para ti, pero debes conseguir no juzgar a quienes comparten tus valores. Por favor, intenta cuidadosa y honestamente, preferiblemente con la ayuda de un profesional, conocer tus juicios morales. De no hacerlo así, transmitirás a tu hijo, inconscientemente, tus juicios acerca de su familia biológica mediante señales verbales, el tono y las palabras empleadas, el lenguaje corporal, la expresión facial, etc. Los niños captan esas señales y las utilizan para interpretar los hechos y su pasado y terminan por sentirse avergonzados. Los padres necesitan ayudan para discutir y enfrentarse a hechos tan delicados, para controlar las señales que envían a sus hijos y para sentirse cómodos al hablar de esos hechos.
           
       El objetivo de los padres debe ser sentirse “cómodos”. Para ello deberán aprender a identificar, controlar y compartir su malestar. Por ejemplo: “Linda, sé que me pongo tensa cada vez que hablamos de la historia de tu padre biológico en la cárcel. Mi nerviosismo es porque me preocupo por ti y deseo que no te sientas culpable o avergonzada por las cosas que tu padre biológico hizo”.
         
        Completar algunas frases puede ayudar a los padres a identificar sus juicios morales sobre las personas involucradas en estas delicadas situaciones. Intenta completar las siguientes frases:
-      Una persona que comete una violación es …
-      Una persona que está en la cárcel es …
-      Una persona víctima de una violación es …
-      Una mujer que da a su hijo en adopción es …
-      Una mujer que tiene dos hijos, se queda embarazada por tercera vez y da a su tercer hijo en adopción es …
   
       Recuerda que el objetivo de este ejercicio es descubrir tus reacciones hacia las personas implicadas y aclarar si, y en qué medida, podrías transmitir esas reacciones a tu hijo. Violar no está bien, no es un comportamiento aceptable. Si tu hijo fue concebido en un acto de violación, debes conseguir separar el inaceptable acto de agresión, de la persona (el padre de tu hijo/a). Si no logras separar el comportamiento del individuo, no importa lo horrorizado y enfadado que te sientas, tu hijo no aprenderá a distinguir el sentido de su nacimiento o de su herencia genética de los comportamientos inapropiados o inaceptable.
     
      Tu hijo va a necesitar una guía y un modelo a seguir para poder separar las circunstancias de su concepción de su imagen interior y de su autoestima. Últimamente he oído profesionales de la adopción describir la situación utilizando la frase: “Su hijo es el producto de una violación (o incesto)”. Discrepo profundamente, ningún ser humano, ninguna valiosa vida humana es un “producto”. Tu hijo fue concebido durante una violación o un incesto. Como ser humano, valioso y único, aunque fuera concebido en tales circunstancias, no está predeterminado a repetir el mismo comportamiento.
       
  ¿ESTÁ EL NIÑO PREPARADO?
        
     Los padres tienden instintivamente a esperar a que el niño sea mayor de edad, tal vez adolescente, para hablarle de los hechos delicados de su pasado. Según mi experiencia, la adolescencia no es el mejor momento para compartir ese tipo de información. Dos de las tareas a las que se enfrentan los adolescentes, individualizar y separar, pueden hacer que les resulte problemático elaborar y exteriorizar la información delicada: Durante la adolescencia, el joven, está elaborando la cuestión “¿Quién soy?” Basándose, en parte, en la percepción que tiene de su historia hasta ese momento. Por otro lado, los adolescentes se están preparando para abandonar el nido familiar. Los adolescentes adoptados pueden preguntarse “¿Quién soy y en qué me diferencio de mis padres (adoptivos)?” Pueden llegar a la conclusión de que son exactamente iguales que la imagen – correcta o incorrecta- que tienen de sus padres biológicos.
            
       La adolescencia es una etapa crítica y compleja para aportar información nueva, diferente y negativa acerca del pasado de un joven. Aunque los niños pequeños sean aparentemente más vulnerables, por lo general elaboran con mayor facilidad la información negativa, no sin dolor, confusión y algún sentimiento de culpa, pero las posibilidades de que interiorice sentimientos de culpa y se avergüencen de las acciones realizadas por otros son menores. Un niño que tiene entre 8 y 10 años dispone de más tiempo para elaborar y re-elaborar la información y para conseguir crear una imagen positiva de él mismo, antes de comenzar a abandonar emocionalmente el nido familiar.

           EL MOMENTO ADECUADO:
      
La elección del momento adecuado para hablar con tu hijo depende de la etapa que esté atravesando. Si crees que tu hijo tiene una imagen de sí mismo demasiado negativa o que se siente demasiado avergonzado como para ser capaz de elaborar información delicada sin interiorizar ulteriores sentimientos negativos o de vergüenza, debes planear como: 

     a) Ayudarle a enfrentarse a la imagen negativa que tiene de sí mismo.
     b) Ayudarle a reforzar sus vínculos.
   c)  Ayudarle a identificar y expresar apropiadamente sus sentimientos, especialmente la rabia, el enfado, la frustración, la tristeza, la desesperación y la impotencia.
     d) Compartir la información cuando crees que ha progresado lo suficiente.

Recuerda que a menudo los niños perciben la existencia de secretos y llegan a la conclusión de que son culpables. Ocultar algunos detalles de la historia y del pasado de un niño puede acabar reforzando que se sienta avergonzado. Cuando valores su preparación para poder hablarle de hechos delicados de su pasado, observa sus recursos para enfrentarse a ellos, así como su capacidad cognitiva y emotiva para elaborarlos. Si decides esperar hasta que el niño muestre una imagen positiva de sí mismo, puedes atrapar a tu hijo en una serie de insinuaciones y percepciones vagas que le avergüencen y negarle la oportunidad de entender y elaborar la realidad de su pasado y su vida.

Compartir con tu hijo datos delicados de su pasado, validando sus sentimientos y haciendo hincapié en esos fueron comportamientos y decisiones de otras personas y no suyas, puede ayudarle a superar una imagen negativa de sí mismo, basada en sentimientos de culpabilidad.

       ESCOGER LAS PALABRAS:
   
         Escoge con cuidado las palabras que vas a utilizar para hablar con tu hijo. Recuerda que el objetivo es que te muestres abierto, sincero y comprensivo; que comuniques los hechos con la menor cantidad de perjuicios posible, y que ayudes a tu hijo a elaborar la información difícil. Decide quién está presente. Anota los hechos y las suposiciones y anota también las palabras que te parecen eficaces. Si es posible, cuenta con la presencia de un profesional que pueda ayudaros, a tu hijo y a ti, inicialmente y a largo plazo. Tu hijo necesita tener acceso a personas que puedan ayudarle a convalidar sus sentimientos y a corregir interpretaciones erróneas”.

CONCLUSIONES

-     Si como padres seguís dudando sobre si es oportuno compartir todos los detalles del pasado o de la historia de vuestro hijo, animaos a buscar ayuda profesional para decidir cómo y cuándo hablarle. Actualmente Andalucía tiene un servicio de postadopción donde podrán orientaros. Los asistentes sociales y las asociaciones de familias pueden aconsejaros profesionales con experiencia en los que buscar apoyo.

-   Si te sientes abrumado, busca alguien que te apoye de manera regular. Recuerda que compartir con tu hijo la información delicada y ayudarle a elaborar las piezas de su pasado puede servir para acercaros más.

Artículo extraído en www.postadopcion.org “La aventura de convertirse en familia".