sábado, 20 de julio de 2013

¿POR QUÉ FUI ABANDAONADO? PÉRDIDA Y DUELO EN LA ADOPCIÓN



La pérdida es un sentimiento que marca a los niños adoptados, que aflora de diferentes formas a lo largo de su vida. Saber que sus padres biológicos los dieron en adopción, y no tener demasiada información al respecto, puede afectar a su autoestima. A veces sienten que su estatus en la sociedad es ambiguo.

El impacto emocional total de la pérdida afecta generalmente a los niños entre 7 y 12 años, cuando son capaces de comprender más cosas acerca del concepto de la adopción. La razón es que comienzan a expandir su universo más allá de su familia, y se encuentran más en sintonía con su mundo interior. Es un paso de gigante en su evolución, pero despiertas dudas en los padres acerca de la cantidad y calidad de la información que deben proporcionarle acerca de su adopción, inciertos sobre si su hijo quiere o teme tenerla. Es aún mucho más difícil si se trata de niños que no preguntan sobre sus padres biológicos.

Aunque pueda sonar algo extraño, resulta útil recurrir a esas mismas preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte que ellos no hacían cuando eran más pequeños. Puedes comenzar hablando como lo harías con otro adulto. Por ej., diciendo “quiero que sepas si te apetece hablar de tu adopción, estaré encantada de hacerlo,” o “no me has preguntado nada al respecto últimamente, pero ahora que eres mayor, quizá quieras hablar de ello de una forma más adulta”. Este tipo de introducción les hace saber que estás interesado en hablar del tema y que eres consciente de que es mayor, más maduro. En cualquier caso tu disposición a hablar de ello y a reconocer la diferencia entre ser adoptado o biológico puede ayudarles a superar el duelo de esta pérdida.

Puedes contribuir a que tus hijos superen este duelo si no te muestras a la defensiva en torno a su adopción, al igual que mostrarte sensible al hecho de lo poco o mucho que quieran hablar sobre ello. Sin embargo, no pongas un énfasis excesivo en la adopción, porque podrías hacerles sentir incómodamente conscientes al respecto. Pero si no se habla en absoluto, puedes hacerles sentir, aunque sea de forma inconsciente, que no son personas valiosas.

Una vez que entiendan los hechos biológicos de la vida, y comienzan a comprender los roles sociales y culturales de la vida familiar en su comunidad, los niños empieza a imaginar cosas sobre sus padres biológicos. Por ejemplo, un niño de 7 años puede preguntar si la vecina de 15 años se parece a su madre biológica, o un niño de 8, preguntar si su padre biológico podría haber sido un amigo de la familia. O que una niña de 9 años afirme que cuando va al centro comercial busca a una mujer con una nariz como la suya.

A los niños en edad de preescolar les gusta oír cómo fue su adopción y cómo llegaron a sus casas; los de más edad cavilan sobre otro aspecto: su madre biológica los dio en adopción, y se preguntan la razón. Al igual que los más pequeños intentan encontrarle sentido a la reproducción desarrollando sus propias teorías y mezclándolas con lo que sus padres les cuentan, en esta etapa intentan conciliar sus pensamientos con los datos disponibles. Lo que aprenden les despierta una mezcla de emociones que van de la incredulidad a la tristeza, pasando por la decepción, la ira y la culpa. Los niños no siempre son capaces de expresar estos sentimientos, pero eso no significa que no tengan que reconocerlos y procesarlos antes de que pueda llegar a comprenderlos de verdad.

Algunos expertos piensan que los niños han de pasar el duelo de los padres biológicos al igual que las parejas infértiles han de llorar la pérdida de un hijo biológico. Muchos niños piensan que fueron abandonados porque eran malos, y otros creen que sus padres adoptivos se enfadarían o sentirían heridos si ellos quisieran saber más cosas sobre los padres biológicos. Cuando son más pequeños, expresan sus sentimientos de forma más directa y abierta, pero al crecer desarrollan un mayor sentido de la privacidad, y no están seguros sobre la capacidad de sus padres para tolerar sus preguntas o sentimientos. Por eso pueden mostrarse más reservados.

Existe una situación muy corriente a esa edad, que es pensar que fueron adoptados o raptados de otros padres, mejores que los que tienen, una fantasía frecuente entre todos los niños. Los imaginan ricos o aristócratas, padres ideales que ni les obligan a recoger los juguetes ni a lavarse los dientes. Cuando no les gusta algo de la vida real, la fantasía les permite soñar con esa familia “mejor”. Estas fantasías son una vía de escape para los niños cuando están enfadados con sus padres, y cuando no saben cómo expresar ese malestar. Generalmente, cuando el niño se da cuenta de que se puede sentir amor y odio hacia los demás, dejará de pensar en la otra familia.

El mundo de fantasía de los niños adoptados es más complicado a causa de la existencia de unos padres biológicos, y toda la información que tengan al respecto influye en él. A veces los hechos hacen que les sea más difícil idealizarlos o les hace sentirse presionados para ser totalmente iguales o, por el contrario, radicalmente diferentes, a unos u otros padres.


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