La adopción es un camino difícil,
por muchos motivos. La persona que decide adoptar, lo hace por distintas
razones; cada uno de nosotros tenemos una historia diferente, pero todos
tenemos en común nuestro deseo de ser padres.
La sociedad en general y quienes
nos rodean en particular no pueden entender como de duro es este camino. Todos
intentan animar, pero sólo alguien que ha pasado por lo mismo puede saber cómo
nos sentimos y por los baches emocionales que pasamos.
Independientemente del tiempo que
una pareja haya tardado en concebir, cuando lo consiguen tienen la técnica a su
favor: pueden escuchar los latidos del corazón de su hijo, ver cómo va
creciendo en el interior de su madre, saber su sexo e incluso pueden verle su
carita. Pero sobre todo, saben que en 9 meses lo tendrán en sus brazos.
Es prácticamente imposible que
nadie que no haya pasado por un proceso de adopción, pueda saber qué se siente
cuándo eres valorado para saber si serás un buen padre/madre. Tener que contar
tu vida y dar explicaciones a unos desconocidos que tienen en sus manos la decisión
de darte la posibilidad de ser padre o madre.
Una vez que lo has conseguido y
te dan la tan preciada idoneidad, es cuando el tiempo se ralentiza, parece que
se va alargando y lo que parecía que sería pronto cada vez se aleja más:
¿estará con nosotros en navidad? ¿el año que viene nos acompañará por fin en
vacaciones?
Tú sabes, en el fondo, que tarde
o temprano te tocará, que en algún momento ese teléfono, que no pierdes de
vista, sonará y alguien desde el otro lado te dirá: “Tenemos una posible
asignación”… Tu imaginación se dispara y piensas: ¿Será niño? ¿Será niña?
¿Serán dos? ¿Cuántos años tendrá? Especulas y especulas sobre cómo
reaccionarás: me quedaré mudo, me caeré, gritaré…
Pero siempre queda un rinconcito
de tu mente que te dice “no te emociones, aún falta mucho”. ¿Y si no llaman?...
No lo quieres ni pensar e inmediatamente lo borras de tu mente, de momento.
Mientras la gente, tu familia,
tus amigos… sólo preguntan “¿Todavía no sabes nada?”, “ Pues… a fulanita ya se lo han dado”, “a setanita se
lo dieron rapidísimo”… “Como no os lo den pronto, vais a ser muy mayores”, “a
ti que te den una niña”. Como si todos estos comentarios nos ayudaran, en lugar
muchas veces de molestarnos.
A veces duele que nadie pregunte
¿Cómo lo llevas?, pero que preguntase de corazón, no simplemente por
compromiso, sin cambiar rápidamente de tema cuando se le contesta: “bien,
esperando” u otras con mayor sinceridad, “unas veces lo llevo mejor y otras
peor”. Pero de todas maneras no sé si podrían entenderme.
En fin que, como dice el refrán, el
que espera desespera. Y más si es algo que se espera con tanta ilusión.
Os lo cuento a vosotros porque sé
que me entendéis. Un beso a todos y a seguir esperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario