viernes, 10 de enero de 2014

ADOPCIÓN Y VERDAD, DOS TÉRMINOS INSEPARABLES.

Cuando a un hijo adoptivo no se le cuenta su origen, se le está’ robando su historia para entregarle otra supuestamente “mejor”. Ante la revelación tardía, él se sentirá engañado y esto le provocará mucho enojo y resentimiento.
Miles de historias nos hablan de la importancia que tiene para el hijo adoptivo conocer la verdad acerca de su origen. Ya sea porque al enterarse se le ha permitido construir una historia feliz o porque al desconocerla se lo ha ubicado en un lugar de incertidumbre y de falta. La experiencia de ambos es distinta: los primeros han podido estructurar sus vidas con alguna certeza; los otros han perdido toda seguridad y su vida se ha tomado confusión, angustia, rabia.
“Secretos y mentiras”

Ése era el titulo de una magnífica película inglesa, estrenada hace un par de años, que tomaba el tema del ocultamiento y su influencia en las relaciones familiares. La trama se basaba en cómo una hija adoptiva -conocedora de su origen- decide buscar a su madre biológica, quien había negado esa zona de su historia a su propia familia, lo que le había impedido realizarse en la vida.
Cuando a un hijo adoptivo no se le cuenta su origen y el secreto y la mentira se instalan a su alrededor, se le está robando su historia y se le entrega otra supuestamente mejor, más ordenada, más bonita. Por lo general, se trata de un secreto sabido por casi todo el mundo, que circula entre íntimos y ajenos, y que puede ser utilizado en algún momento por alguien.
Lo cierto es que, casi siempre, algún “alma caritativa” se encarga de informarle todo al niño, al adolescente o al adulto con el consiguiente impacto que la noticia suele producir en él.
Aunque también es verdad que esta revelación no hace otra cosa que confirmar una sospecha. Dicha confirmación suele hacer que el mundo construido desde los padres adoptivos se derrumbe, que el hijo se sienta engañado y que esto le provoque mucho enojo y resentimiento. En realidad, lo que ocurre es que sus padres priorizaron sus propias necesidades a las de él.
Sospecha y confirmación

Los niños tienen poderosísimas antenas que captan cualquier signo que flote en el aire. La existencia de un saber que tienen los adultos y guardan “bajo siete llaves” mueve la curiosidad del niño, quien busca, investiga, otorga significados y saca conclusiones. A veces preguntará claramente; otras lo hará en forma velada buscando romper el silencio adulto. Pero frente al contundente pacto de “los grandes”, dejará a un lado sospechas, hipótesis, conclusiones ya que, en el fondo, también él se resiste a saber. Enterarse de todo significa que ha sido engañado por sus padres con el monto de angustia que eso supone.
La existencia de un saber que tienen los adultos y guardan “bajo siete llaves” mueve la curiosidad del niño, quien busca, investiga, otorga significados y saca conclusiones.
La experiencia menos dolorosa es la verdad

¿Por qué se oculta la verdad? ¿Son los padres seres indeseables que quieren perjudicar a su hijo? Por lo menos, desde el punto de vista consciente, ése es su objetivo menos deseado. La intención de proteger al hijo de “una verdad” que les parece terrible pone en marcha el engaño.
Pareciera que, en la cabeza de esos papás, hay paternidad de primera y de segunda. Los que no han tenido hijos biológicos sienten que “su amor” no será reconocido del mismo modo y que el hijo puede abandonarlos. Sin embargo, situaciones de este tipo casi nunca ocurren. De acuerdo a la experiencia, los niños asumen el rol de hijos en forma completa aunque luego se enteren de la verdad.
Por ello, es clara al señalar la importancia de no mentirle a los hijos y asumir la realidad en forma madura y lo antes posible. “Es bueno asumir que se es adoptado, así como alguien asume que tiene ojos café. Además, si se enteran de grandes es como si los padres los engañaran y puede perderse la confianza”‘

Un segundo aspecto importante en este punto es que muchas veces se tiende a justificar las acciones juveniles de un hijo en virtud de que es adoptado. Este es un error que cometen muchos padres y que impide lograr un claro discernimiento respecto a las responsabilidades propias. “Hay cosas que le pasan a todos los jóvenes por igual. No se debe buscar justificación en la adopción”.
Fuente: www.adopty.com.

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