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EMOCIONES
Las emociones son un estado
complejo de activación del organismo. A través de ellas percibimos lo que
sucede a nuestro alrededor, nos hablan y son capaces de expresarnos cosas, pero
su lenguaje no es sólo las palabras, sino también gestos, movimientos y posturas.
La educación de las emociones
tiene un gran peso en la prevención de posibles problemas emocionales y en el
desarrollo de la personalidad del niño. Si enseñamos a los niños a darse
cuenta de sus propias emociones, les estamos ayudando a entenderse a sí mismos
y a los demás, desarrollando la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar
del otro y de actuar en consecuencia.
No es conveniente censurarlas, ya que entenderlas constituye uno de los
aprendizajes más importantes en la vida de la persona, y disfrazarlas no
contribuirá a desarrollar la madurez emocional. Sentirse triste,
preocupado, nervioso, enfadado… Todas forman parte de nosotros, y para
manejarlas el primer paso es reconocerlas
y aprender a expresarlas de acuerdo con el momento, la situación y las
personas presentes. La frustración que siente un niño al que no se le da algo
que quiere, no puede convertirse en un berrinche enorme que impresione a todos
los que están alrededor.
Cuanto antes se comience a educar en las emociones, mejor. Desde que el niño es
pequeño y juega con otros niños será importante ir enseñándole lo que significa
el respeto a los demás (mediante el respeto de turnos, prestar juguetes, no
mostrarse agresivo), la relación con los demás (saludando y despidiéndose,
pidiendo las cosas en lugar de quitarlas, compartiendo el juego) y la expresión
de los propios sentimientos.
Es fundamental que el entorno familiar sea estimulante para el niño,
proporcionándole a menudo expresiones de cariño y diciéndole todo aquello que
hace bien. Eso le ayudará a tener una mayor autoconfianza y una mejor capacidad
para controlar sus emociones, que le llevarán a intentar superar cada reto
aunque no siempre tenga éxito.
Es necesario aceptar al niño tal como es, una persona con sus propias
características que tiene capacidades que se le dan mejor o peor. Es
sabido que el optimismo está íntimamente relacionado con el bienestar y la
autoestima, por lo tanto, habrá que ayudar al niño a aceptarse tal como es y
desde allí, potenciar sus cualidades que lo hacen único.
Potenciar su conocimiento personal
será su herramienta para desarrollar emociones positivas, que le ayudarán en la
vida. La propia estima y valía del niño, un buen autoconcepto, le permitirán
enfrentarse a sus problemas, a los cambios, de una manera positiva.
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