Cuando se
emprende el viaje hacia la paternidad adoptiva surgen dudas, preguntas, temores
y cierta tensión entre la familia soñada y la familia posible. A menudo, los
futuros padres cargan con años de intentos para lograr un embarazo que nunca
llega; se agobian, se colman de incertidumbres y, tras el cocktail de
esperanzas fallidas y el tiempo que pasan preocupándose por conseguir ese
embarazo que ansían desesperadamente, sufren.
Sin embargo, la
paternidad no se agota en los hechos biológicos de fecundación y gestación.
María Adela Mondelli bien lo sabe. Esta psicoanalista argentina, investigadora
de las consecuencias que el medio social, familiar y relacional trae para las
personas, es madre por la vía adoptiva y ostenta una larga trayectoria de
trabajo y reflexión en el ámbito de la adopción.
La
constitución de la familia adoptiva.
“Ser mamá, papá o hijo e hija
adoptivos es esencialmente diferente a ser mamá, papá o hijo biológico.
Esencialmente, en su esencia, diferente”
“Cualquier analogía que
pretendiera hacerse entre una y otra nos llevaría a la incomprensión de lo que
es una función en la vida de un niño o una niña. Por eso es muy complicado
pensar la familia adoptiva desde el paradigma de la familia como efecto de la
biología”.
– La crianza de los hijos tiene que ver con el entorno y no con los
genes, como se suele creer; ¿esto es así?
– Sí, la maternidad y la paternidad son funciones sociales en
relación con las necesidades de protección y amor hacia un niño o niña, que
ninguna relación tienen ni con la biología, ni con el género ni con el número
de quienes las ejercen. Esto, a los primero que nos cuesta comprenderlo es las
madres y padres adoptivos, porque también venimos del mismo paradigma cultural.
– Explicarías, entonces, a la familia como hecho social y no como hecho
biológico.
– Claro, eso que se considera viene dado por la biología, en
nuestras familias es una construcción eminentemente subjetiva, un forzamiento
subjetivo y subjetivante. Nosotro/as producimos madre, padre, hijo, hija,
abuelo, tía… producimos familia donde no la había. A nuestras familias no las
gestamos, de nuestras familias no nos apropiamos, a nuestra familia la
construimos junto a nuestros hijos e hijas.
– Se me ocurre la imagen de una producción del hijo desde el deseo,
desde el amor y los brazos…
– Efectivamente, una producción impulsada por nuestro deseo de
parentar y por la necesidad de los niños y niñas de cuidado, protección y amor,
ciertamente, pero esencialmente es una producción impulsada por deseos que
debieron cotejarse para su realización con la realidad y dentro de ella,
confrontarse con La Ley. Con la realidad del abandono, y con la realidad de la
renuncia al hijo biológico por imposibilidad o por decisión, lo que no la
cambia. Con una realidad que no es la de la reproducción asistida, o el donante
de óvulos o semen que “vende” la ilusión de lo biológico como “lo igual”… no…
– Para ir cerrando este intento de definir a la familia por vía
adoptiva, ¿cómo podrías explicarnos hoy su constitución?
– Las familias adoptivas nos constituimos sobre dos duelos: el del
abandono originario y real en el niño o niña y el de la renuncia a la
parentalidad biológica de adultos varones y mujeres. Pero se sostiene desde el
entramado del encuentro de dos deseos: el del niño o la niña por vivir y el del
adulto por prohijarlo. La dimensión ética de este encuentro demanda respeto
desde lo comunitario, lo social y lo legal.
Fuente: bebesymas.com, publicado en adopty.com
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