LA RAZÓN.ES
(lunes 17 de junio de 2013)
“La condición de adoptado dura toda la vida.
Así lo creen las personas que pasan por este proceso que surge del abandono y
que para los padres adoptivos puede significar una espera de muchos años.
España es uno de los países con más familias solicitantes, cerca de 33.000, de
acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e
Igualdad. Por este mismo motivo, en la reforma de Ley del Menor, cuyo
anteproyecto ya está en marcha, el Ministerio de Ana Mato plantea algunas
modificaciones.
Además de
la desjudicialización de los procesos de acogimiento, que ya se había
planteado, otro punto novedoso a introducir en la ley será la adopción abierta,
según ha podido saber LA RAZÓN. Una opción que no recoge la legislación actual
y que cuenta tanto con detractores como con defensores. Mientras algunos ven un
posible riesgo para la estabilidad del menor, otros lo consideran un avance
positivo a la hora de ayudar al adoptado en su desarrollo personal.
El detalle
concreto aún se desconoce, pero una de las líneas en las que está trabajando
Sanidad es la posibilidad de que un juez de menores «tutorice» los posibles
encuentros entre el menor y su familia biológica. Es decir, establezca el
posible régimen de encuentros y visitas.
«Lo vemos
muy bien si ayuda a que la persona adoptada encuentre su identidad, aunque para
los padres que adoptamos siempre existe el miedo a convivir con la familia
biológica», afirma Adolfo García, padre de una niña adoptada y coordinador de
la Federación Coordinadora de Asociaciones en Defensa de la Adopción y el
Acogimiento (CORA). Eso sí, «siempre que no sea perjudicial para el menor y los
padres biológicos no tengan una conducta peligrosa», añade García. Este modelo
de adopción lleva años funcionando en los países anglosajones: Estados Unidos,
Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia y en algunas provincias canadienses. Poco
a poco ha ido llegando a algunos países europeos como Suecia y Austria. «Podría
ser una opción para todos aquellos niños que no pueden ser cuidados por sus padres
(definitivamente o por un tiempo determinado), pero para los que no se maneja
como opción la adopción plena, por considerarse que puede ser beneficioso para
ellos el mantenimiento de ciertos vínculos con algún miembro de la familia
biológica», afirma Blanca Gómez, investigadora del Instituto Universitario de
la Familia de la Universidad Pontificia de Comillas. Y es que esta experta
tiene muy en cuenta que la mayoría de los menores que se adoptan en España
superan los seis años y, en muchos casos, cuando son adoptados «no aceptarían
una ruptura total o porque la posibilidad de mantener el contacto ayudaría a
algunos padres que no quieren o pueden cuidar adecuadamente de sus hijos».
Otro
de los motivos para impulsar este cambio en nuestra legislación es que puede
animar a las familias a ofrecerse para el cuidado de niños que actualmente se
encuentran en acogimiento y «podrían beneficiarse de una adopción de este tipo,
ya que uno de los motivos que más echa hacia atrás a las familias a la hora de
ofrecerse para acoger es que el acogimiento no es, en principio, para siempre,
mientras que la adopción abierta sí lo sería», añade Gómez. Y es que, como
explican desde CORA, «uno de los mayores problemas que tenemos para la adopción
nacional es el periodo de acogimiento preadoptivo (mínimo de seis meses), que
no significa que prohijes al menor. Y eso para nosotros es muy duro». Además,
el proceso judicial en España también es muy lento y eso no anima a las
familias a optar a la adopción nacional. Y es que, «sólo con ver la foto de tu
hijo ya lo sientes como tal y ese periodo de acogimiento es muy duro para los
padres». Eva Gispert, fundadora y directora del Instituto Familia y Adopción,
sabe de primera mano lo que es ser adoptada. Sin embargo, muestra ciertas
reticencias en lo que puede significar que un menor lidie con la posibilidad de
tener dos familias. «La persona adoptada se siente víctima del abandono para
toda su vida y puede desarrollar, a lo largo de su vida adulta, el temor a un
segundo abandono», apostilla Adolfo García. Partiendo de esta base, Gispert
entiende que «cada caso es muy complejo y que existe cierto riesgo de
inestabilidad para el menor». La posible desestabilización del niño adoptado es
lo que más preocupa a los expertos, ya que «conocer a los padres biológicos
puede someterle a un vaivén emocional. Los padres deben ser conscientes de que,
en el momento en el que adoptan a su niño, su pasado pasa a ser nuestro». Los
expertos también son muy críticos con la actual Ley del Menor, que consideran
«manifiestamente mejorable», apunta Gómez. «Tenemos a los niños esperando a que
se recuperen las familias en los centros durante mucho tiempo. Nos hacemos
cargo de ellos porque necesitan protección, priorizamos la vuelta con la
familia biológica sobre la integración en otra familia; esto es correcto, pero,
como se hace sin poner plazos y con pocos medios, los niños se van haciendo
mayores sin que sus familias se recuperen, y luego ya no es posible la
adopción».
Menos
familias dispuestas a adoptar por la crisis
La crisis
afecta a todos los ámbitos de la vida diaria. Las adopciones también se han
visto reducidas con la actual coyuntura económica. Los ofrecimientos para las
adopciones internacionales, que implican un mayor coste económico, se han visto
mermadas en los últimos años. Sin embargo, el número de personas que se ofrecen
para adoptar sigue siendo elevado en España, y la situación de los niños es
similar a la que se vivía anteriormente. No obstante, hay más familias que
pasan dificultades económicas en estos tiempos y, por tanto, hay más casos de
cesión voluntaria de la guarda custodia de los niños por parte de sus padres al
no poderse hacer cargo de sus gastos del día a día. Así, está aumentando el
número de casos de menores que tienen problemas de malnutrición”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario