“El primer año de la adaptación
es un camino de sorpresas. En ese período de conocimiento mutuo, los padres no
dejamos de admirarnos al ver a la velocidad que nuestros pequeños acumulan
aprendizajes y descubrimientos. Incluso en los momentos difíciles, si echamos
la vista atrás no podemos dejar de sorprendernos con lo mucho que han aprendido
desde el momento que llegaron.
A medida que se van aclimatando,
les cambia la expresión de la cara y la mirada. La borrachera de novedades va convirtiéndose
en un entorno familiar, donde pueden bajar el estado de guardia y relajarse.
Con mucha frecuencia, aparecen entonces las primeras rabietas o ataques de
furia.
Si tu hijo que perecía que se
había adaptado desde el primer momento empieza a mostrar tristeza o enfado, no
pienses que está retrocediendo. Muy al contrario, es un gran avance en sus
adaptación: ahora que se siente más seguro a tu lado, puede por fin mostrar su
malestar y sus miedos. Se atreve a explotar cuando está angustiado o cuando
está frustrado porque las cosas no han salido como él quería. De esa manera,
tienen la oportunidad de ayudarle a manejar sus sentimientos y aprender a
recuperar la calma”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario