domingo, 23 de febrero de 2014

Juan Pardo: " A veces hay que hacer cirugía social y separar a un niño de sus padres"

Psicólogo del Servicio de Protección de Menores«Te toca ir a un colegio a decirle a un menor maltratado que le vas a ayudar porque mamá está malita, y te da la mano y se va contigo» 

Juan Pardo se pasó su adolescencia explicando que no tenía nada que ver con el cantante, entonces en pleno éxito. Se hizo psicólogo un poco por escapar de su entorno y por recomendación familiar, y empezó a trabajar en un servicio de protección de menores caótico, en pleno proceso de traspaso de competencias del Ministerio a la Junta. Le pesa la responsabilidad de hacer un informe que en la práctica resulta decisivo para separar a un niño de sus padres. «Lo más cómodo para mí es decirle a una madre que un Equipo de Tratamiento Familiar (ETF) va a trabajar con ella para que cambie, pueda estar con su hijo y ocuparse de él de verdad, pero llega un momento que hay que decirle: O resuelves tus problemas en tres meses o tu niño se va con otra familia. A veces damos demasiadas oportunidades a los padres y al final eso va en detrimento del pequeño», dice.
-¿Cómo es su día a día?
-Tenemos equipos de medidas, como al que yo pertenezco, y otros de acogimiento. El nuestro lo forman un psicólogo, un trabajador social, un abogado y un administrativo. Nos llegan casos de negligencia o abandono (la mayoría), abusos sexuales, inducción a la delincuencia o malos tratos físicos, sobre todo. Lo primero que se valora es si es urgente retirar a ese menor. Si es algo evidente, como un maltrato físico o síndrome de abstinencia por consumo de drogas materno, podemos dictaminar un desamparo provisional y luego instruimos un procedimiento. El problema está cuando es negligencia y abandono, que no está tan claro. Y los padres tienen un concepto del menor como si fuera de su propiedad. Una madre que no se ocupa en absoluto de su hijo, pero observa que tus intenciones son retirarle al niño, se pone de uñas. Nunca te ven como alguien que quiere el bienestar del pequeño, sino como alguien que se lo quiere quitar.
-Será difícil actuar.
-Es difícil para los padres y también para nosotros, porque vamos a casas por las buenas y por las malas. Y a veces se genera mucha violencia. Un juzgado a quien autoriza a entrar en el domicilio es a nosotros. La última vez que fui a Los Asperones a recoger cuatro menores éramos tres funcionarios y veintitantos policía. Tuvieron que cortar las calles de acceso. Pero lo que más nos duele es cuando se repiten los patrones de conducta generación tras generación. Y ves a una madre tutelada y a los pocos años tutelamos también a su hija. Es una sensación de impotencia total.
-¡Y qué hacen con ellos?
-Intentamos que los niños no vayan a un centro, sino que estén con una familia. Si no puede ser con parientes suyos, con una de acogida, algo que tampoco es fácil de asimilar por sus progenitores. Pero a veces te encuentras con uno de 11 o 12 años que no quiere, o con varios hermanos, que nos los puedes separar y entonces van a un centro. Antes tendríamos 400 o 500 menores y hoy día no son más de 200. Y porque hay muchos inmigrantes. Antes eran chicos de Marruecos que vivía en la calle y ahora son hijos de familias normalizadas, que buscan un futuro y antes de que llegue el menor a España los padres están llamando al centro de protección.
-¿Se dan muchas oportunidades a los padres?
-A veces hay que hacer cirugía social y separar al niño de su padres por su propio interés. En algunos casos damos mucho tiempo a las familias para no obtener resultados. Un menor no puede estar varios años esperando que un padre cambie su conducta de toxicomanía, o que tome conciencia de que no ha hecho bien su papel.
-¿Tienen en cuenta la opinión de los niños?
-Legalmente estamos a obligados a oírlos a partir de los 12 años, pero también lo hacemos mucho antes. Si le voy a restringir las visitas con sus padres quiero saber su opinión.
-¿Cómo reaccionan?
- El niño maltratado mantiene afecto hacia sus padres, un apego a veces insano. No son conscientes del maltrato que están recibiendo, piensan que la vida es así. Los padres siempre les prometen que les van a sacar de ahí.
-¿Cómo le explicas a un niño de 7 o 8 años que no puede estar con sus padres?
-Utilizo el juego. Si no va al colegio le pido que me hable de sus amigos del colegio, desde cuándo no los ve. Al final, el niño me lo cuenta e intenta justificar a los padres. A veces te toca ir a un colegio y explicar a un menor maltratado que no puede estar con mamá porque está malita, pero que le vas a ayudar. Y al final te da la mano y se va contigo.
-¿Y con los adolescentes?
-Con los de 15 o 16 años que no quieren ir al colegio, que deambulan por la calle, que ya tienen algún contacto con actos delictivos, que no sienten necesidad de estar con nosotros, tenemos las de perder, porque los centros de protección son abiertos, se escapan y van a sitios donde no les podamos encontrar, poniéndose más en riesgo. A alguno he ido a buscarle veinte veces. Al final le dices: Tú te vienes conmigo si quieres, no te voy a llevar a rastras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario