Cuando se
confecciona una historia clínica, se consigna si quien consulta ha sido
adoptado. Es un dato de interés sobre el que es importante hacer algunas
consideraciones. El hijo adoptado no surgió del cuerpo de quienes le van a dar
los cuidados indispensables para sortear la intensa indefensión en la que se
nace. Estos cuidadores han
decidido hacerse cargo de un niño que no tiene la herencia de sus cuerpos.
Esta descripción quiere decir solamente que el organismo que somos en el
momento del nacimiento no surgió genética de los cuidadores. El hijo adoptado está seguro de
haber sido deseado, a veces buscado por mucho tiempo. Sus cuidadores,
padres adoptivos, han tenido que renunciar al narcisismo de esperar semejanza
de características. Se han lanzado a una aventura un poco más arriesgada que la
de tener hijos de la carne. Digo un poco, porque nadie puede hacer previsiones
seguras sobre cuáles serán las condiciones que se transmitirán a través de sus
células germinales.
Hay distintos tipos de adopciones. A veces no se conocen los orígenes, otras veces
se sabe y se sabe también que éste fue un producto no deseado por quien lo
albergó en su vientre. Puede quedar la duda sobre si se trató de un gesto
altruista por no poder hacerse cargo de una crianza o si fue simplemente un
embarazo no deseado, accidental, que no tuvo nada que ver con el deseo humano
de tener un hijo.
Así como para
que se desarrolle el óvulo fecundado que será un organismo viviente es
indispensable que las paredes del útero como cavidad puedan separarse y dar
lugar a esa nueva vida, de la misma manera es indispensable que la mente de los
que van a ayudar al desarrollo del nuevo ser tenga un lugar para que la vida se
desarrolle. Los psicoterapeutas sabemos bastante de hijos que no tuvieron lugar
en la mente de quienes se ocuparon o no de ellos después del nacimiento.
Guillén, el poeta, lo dice en un sentido verso: “Cuando yo vine a este mundo, nadie me estaba
esperando”.
Lo que estoy intentando decir es que un hijo no deseado no tuvo ese
indispensable lugar en la mente de sus padres y en la estructura social que lo
va a acoger. Si este organismo sin lugar en la mente de quienes lo engendraron
encuentra a quienes lo están buscando sin poder crearlo con el cuerpo tiene una
gran suerte, estará seguro de haber sido esperado y de tener un lugar no
meramente edilicio, sino emocional, racional, total.
También hay que hacer una diferencia entre lo vivenciado por la mujer
quien aloja al niño en su cuerpo por nueve meses y el varón que lo conoce a
través del relato o del contacto con la mujer. Ya había hecho mención de esta
diferencia y me parece que es importante, ya que hay un gesto en el embarazo
que va del hombre a la mujer. El varón introduce el espermatozoide que fecunda
al óvulo y da comienzo al nuevo organismo. Pero es la mujer quien informa sobre
lo que está pasando en su cuerpo y retroactivamente embaraza al hombre. La
reproducción de los humanos no es partenogenética, requiere de la pareja de
padres. De aquí la diferencia de la que estoy hablando. Los varones aparecen como adoptantes de los hijos
aunque hayan aportado el espermatozoide. El gesto romano de nombrar al
hijo que nace da cuenta de este hecho.
También se ve
una diferencia entre la modalidad femenina y la masculina de sostener la cría.
La madre es más posesiva, el rol nutriente de los primeros tiempos parece
prolongarse. El varón lo mantiene más a distancia. En términos del dicho
popular, la madre parece contribuir más a las raíces, el padre, cortando el
vínculo diádico a dar alas. De todos modos quede claro que se trata de roles
que hay que cumplir, no de destinos del imaginario social que pueden ser tan deletéreos
para todos.
Una observación corriente es que
los hijos adoptados se parecen a sus padres adoptivos. Esto va por
cuenta del significado de ser hijos de la carne y del espíritu, como ya dice la
Biblia. El espíritu sería el discurso en el que nos incluimos a partir de la
palabra, el discurso de la familia, de la sociedad en la que vivimos, la
cultura que nos acoge.
Por Lía Rincón. Miembro titular en función
didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Fuente: http://www.pagina12.com.ar
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