Todos los padres quieren
apasionadamente educar a sus hijos emocionalmente sanos. Cuando estos hijos
llegan en un estado más adelantado de su infancia o niñez, la mayoría de los
padres suelen estar informados de que necesitan ser especialmente cuidadosos en
la educación de sus hijos. En este caso, no sólo están construyendo una relación, sino que además
están ayudando a mitigar cualquier impacto de pérdidas o malos tratos
anteriores.
¿En que se pueden concentrar
razonablemente estos padres durante el primer año en casa? ¿Qué pueden hacer
para disfrutar más de sus hijos? Estos son los 10 consejos preferidos de
Deborah Gray (psicóloga infantil) para empezar bien tu relación con tu bebé o
niño adoptado:
1.
Invierte mucho tiempo en las actividades de crianza:
El proceso más significativo
durante este primer año en casa es crear una relación de confianza, para ello reduce al mínimo las horas
lejos del niño. Si tienes que ausentarte, no lo dejes sólo más de un día
durante el primer año.
Atiende las necesidades de tu
pequeño de forma especialmente cuidadosa. Dale de comer si lo pide. Responde
rápidamente a sus inquietudes. Permítele que tenga sus regresiones, dándole el
biberón, acunándolo para dormir, sentándolo en el regazo o llevándolo a cuestas
aunque aparentemente sea mayor para ello. Deja que compruebe que eres la persona más sensible a sus
necesidades y quien le proporciona seguridad cuando lo necesita. Juega
con él a pequeños juegos que promuevan el contacto visual, como jugar a
“cucú-tras”, montar a caballito sobre tu regazo, o al escondite. Procúrale
asociaciones positivas entre tú y el alimento.
Aunque pueda parecer que estas
actividades de crianza intensiva lo hagan más dependiente, en realidad
promueven una relación de confianza: Los niños que no aprenden a depender de
otros tienden a ser ansiosos o emocionalmente tensos. Su “independencia” es
falsa, puesto que demuestra que creen que sólo pueden confiar en sí mismos
porque no pueden confiar en otros. Un niño que adquiere una dependencia saludable se siente más seguro
para probar nuevas experiencias por sí mismo. Porque siempre tiene un
lugar seguro a dónde regresar: ¡a ti!.
2.
Enseña al niño a jugar contigo:
Muchos pequeños se han perdido la
ocasión de divertirse jugando. Actúa como amplificador enseñando a niños y
bebés el placer del juego. Muchos niños nunca han vivido la experiencia de que
sus padres los animaran a jugar y expresaran su satisfacción al verlos jugando.
A causa de ello sus centros de recompensa nunca han sido estimulados. Como consecuencia,
no han llegado a asociar el juego y la exploración con la diversión. Reserva por lo menos treinta
minutos al día para jugar con tus hijos. Los niños más pequeños pueden
necesitar repartir este tiempo en periodos más cortos. No vaciles en utilizar
tonos de voz y expresiones que por lo general se consideran adecuados para
niños y bebés más pequeños.
Si tu niño o niña ya sabe jugar, aprovéchalo para continuar
construyendo vuestra relación a través del juego. Las diversiones
compartidas sustentan las relaciones. Consigue que tu familia adopte pautas de
diversión conjunta. A lo largo de toda la vida, divertirse en familia construye
autoestima.
Si bien algunos niños entran bien
en el juego y no pararían de jugar, otros no se mantienen atentos durante mucho
tiempo. Es posible continuar acercándose a estos niños más pasivos a través de
actividades entretenidas para ambos. En este caso busca entornos que puedan parecer más seguros o más
interesantes. Por ejemplo, un
niño que temía jugar en el jardín empezó a jugar pintando con tizas en
la acera con su madre, pero acercarse al césped le superaba. Gradualmente empezó
a jugar con una pelota en la acera y finalmente pudo hacerlo sobre el césped. Si el niño recela, ve paso a
paso.
3.
Habla con tu hijo o hija:
Los padres de niños pequeños utilizan tonos exagerados de voz para
acentuar los conceptos importantes. Este “sistema de amplificación”
ayuda a los niños aprestar atención a los elementos más importantes entre todo
lo demás. A medida que los niños avanzan hacia una edad preescolar, esta
“animación/amplificación” disminuye. Continúa utilizando este tono emocional con
tu hijo a medida que descubre el mundo que compartís, aunque ya no sea un bebé.
Cuéntale todo cuanto hagas, aunque te parezca que el significado de lo
que haces es obvio. Así, no sólo estarás dándole información, sino
que además le mostrarás tu visión del mundo que os rodea. Tu tono de voz le
sirve de guía para entender mejor el contexto. Asegúrate de que utilizas las manos y los gestos para
señalarte las cosas más importantes. Todo ello le ayuda a prestar
atención y entender el contexto a su alrededor.
Al empezar a adquirir el lenguaje
temprano, no sólo aprendemos palabras, sino que también aprendemos una forma de
ver el mundo a través de los sujetos escogidos para prestarles atención a
través de las entonaciones, las expresiones y los gestos.
La mayoría de nosotros mantenemos
un diálogo interno a los largo de todo el día (sí, realmente hablamos con
nosotros mismos). Simplemente basta con exteriorizar parte de este lenguaje
interno. Esta es una
actividad típica de los padres de bebés. Sin embargo tiende a reducirse
a medida que los niños crecen. Puesto que muchos niños adoptados se han perdido
esta experiencia temprana, siéntete libre para describirle las cosas como si lo
hicieses con un bebé.
4.
Utiliza tu propio cuerpo para controlar a tu bebé o niño cuando
no se comporta correctamente:
Mantén la calma, pero sé consecuente y previsiblemente competente al
frenar conductas negativas. No utilices órdenes dictadas a tus espaldas
ni lanzadas al aire, de un extremo al otro del a estancia. Sitúate a una distancia
tal que te permita cogerlo con las manos, colocar sus propias manos, cuerpo y
pies, ahí donde crees que deberían estar. Nunca toleres golpes, patadas o daño
de cualquier tipo. Algunos padres permiten que los niños hagan una exploración
“dolorosa” de sus caras, para luego tener que deshacer esta enseñanza. Desplaza
suavemente su cuerpo hasta donde debería estar. Por ejemplo, si un pequeño está
tratando de alcanzar un objeto que no debe, basta con separar a uno u otro.
Utiliza la voz para acompañar esta acción. No es necesario recordárselo ni
repetirlo insistentemente. En su lugar, cuéntale cuánto te gusta ese objeto
–mientras apartas a tu hijo de él. Así le muestras los límites del respeto
mutuo desde el principio.
Obviamente, muchos padres podrán
hacer poco más que cuidar de sus hijos mientras éstos están despiertos.
Recuerda que mientras tu hijo está despierto tu principal preocupación es hacer
de padre o madre.
5.
Duerme lo suficiente, aliméntate como es debido y haz algo de
ejercicio para mantenerle de buen humor:
Un pequeño que ha sido desplazado
y/o descuidado tiende a ser irritable, quisquilloso y difícil de apaciguar. Los
padres utilizan sus propios sentimientos positivos y bien regulados para calmar
y motivar a sus hijos. Tu
propia estabilidad emocional te ayudará a estabilizar los cambios de humor de
tu pequeño. Un padre o una madre deprimidos tendrán problemas para
formar un vínculo positivo y seguro con su hijo. Unos padres cansados, mal
alimentados con comida basura y exhaustos al final del día, no pueden proporcionar
a sus hijos una fuente competente de regulación emocional.
Respétate a ti mismo: tómate tiempo para una buena ducha, come bien y
duerme lo necesario.
Artículo escrito por Deborah
Gray, psicóloga infantil especializada en las áreas de apego, adopción, trauma
y pérdidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario