La psicóloga Holly van
Gulden, psicóloga especialista en adopción, ha escrito un artículo interesante
que me gustaría compartir con vosotros:
“Los padres que tienen
información potencialmente dolorosa del pasado de sus hijos y/o de su familia
biológica deben enfrentarse a varias decisiones complejas. Como por ejemplo:
¿Debemos compartir esta información con nuestro hijo? Y si lo hacemos, ¿a qué
edad o en qué momento de su desarrollo? ¿Cómo compartirla? ¿Cuánto decirle?
¿Quién debe hablar con él?
Estoy convencida de que los
niños necesitan conocer su pasado, lo bueno, lo no tan bueno, lo divertido, lo
doloroso, lo fácil y lo difícil. En mi experiencia como madre y como terapeuta
especializada en adopción, nunca he encontrado un solo caso en el que me
pareciera oportuno apoyar la decisión de los padres de ocultar información. En
todos los casos mi objetivo ha sido encontrar el modo y el momento adecuados y
decidir qué información y con quién compartirla (si es necesario informar a
alguien más aparte del niño). Siempre que abordo este tema con una familia,
hago hincapié en la necesidad de reunir más datos sobre el pasado del niño,
sobre sus padres biológicos como individuos y sobre su patrimonio étnico y
cultural. La información “negativa” debe presentarse como una parte del cuadro,
no como la totalidad.
En esta era la información
viaja a gran velocidad. Los niños que han sido protegidos de información
dolorosa podrían descubrir “hechos” de su pasado o de su familia biológica
durante su infancia o edad adulta, incluso si proceden de la adopción
internacional. Al descubrir secretos celosamente guardados, pueden sentirse
traicionados por los padres adoptivos, avergonzados y llegar a tener problemas
de identidad.
Aunque difíciles, o incluso dolorosos, estos “hechos” son
piezas fundamentales de la historia y del pasado de nuestros hijos. A menudo la
información que los padres no quieren revelar a sus hijos para evitar que
sufran, o que interioricen una imagen de sí mismos negativa (mis padres
biológicos eran “malos”, yo soy “malo”), encierra piezas clave para resolver el
misterio al que todas las personas adoptadas se enfrentan: ¿por qué no me criaron
mis padres biológicos? Todo ser humano necesita y tiene derecho a conocer la
información relacionada con su pasado, familia biológica e historia personal.
Al ocultar información por temor a que nuestros hijos se sientan heridos o
avergonzados, les estamos negando la posibilidad de elaborar a largo plazo – a lo
largo de su vida- una imagen clara de los personajes y de las circunstancias
que han determinado su historia y la posibilidad de encontrar sus propios
recursos para procesar y exteriorizar información y sentimientos dolorosos. El
guardar secretos, especialmente entre generaciones de una misma familia,
implica que los hechos son vergonzosos.
En mi opinión, es importante que los padres adoptivos y
los profesionales de la adopción recordemos que hay niños que viven con sus familias biológicas y
se enfrentan con éxito a este tipo de situaciones dolorosas. No todas las
mujeres que han concebido a sus hijos durante una violación los dan en
adopción. Algunas crían a sus hijos. Los profesionales deben reflexionar sobre
las siguientes preguntas: Teniendo en cuenta mi experiencia profesional,
¿aconsejaría a una madre cuyo hijo es fruto de una violación o de un incesto
que ocultara los hechos a su hijo? ¿Aconsejaría a una persona cuyo cónyuge se
encuentra en la cárcel por cometer un delito de sangre grave o un homicidio,
desde que los niños eran tan pequeños que no recuerdan, que mantenga el secreto?
¿Aconsejaría a una abuela o tía que se ocupan de criar a su nieto o sobrino que
ocultara al niño que su madre está criando a sus hermanos? ¡No!
Los
secretos son nocivos, incluso para los niños. La mayoría de profesionales
elaboran cuidadosamente un programa para enfrentarse a los hechos negativos que
incluye hablar con los niños antes de que se conviertan en adultos y, por lo
general, antes de que lleguen a la
adolescencia.
COMPROBAR LOS HECHOS:
¿De dónde viene la
información? ¿Quién la notificó? Es de vital importancia que los padres
adoptivos comprueben no solamente la veracidad de los hechos, sino quién los
notificó. El objetivo es distinguir
entre hechos y especulaciones, saber quién notifica la información y quién la
transcribe, cómo la valoró y si se utilizó un lenguaje que implica un juicio
moral. En algunos casos, la información importante sobre la vida de
nuestros hijos puede contener suposiciones, insinuaciones o interpretaciones
personales. ¿Cómo obtuviste la información que posees?
Tu hijo podría acceder a la misma información a través de
los mismos medios: con el informe de adopción, encontrando algún familiar
biológico o localizando a los asistentes sociales. Debes compartir con tu hijo
también las suposiciones e interpretaciones, aunque no se traten de hechos
concretos, dejando constancia de tus dudas. Por ejemplo: “El asistente social
cree que tu madre era una prostituta porque… Anotó la información sin tener
pruebas fehacientes. Puede o no ser cierto”.
ANALIZAR LOS SENTIMIENTOS:
Tras haber comprobado la autenticidad
de la información, los
padres deben cuestionarse sus sentimientos al respecto lo más abierta y
honestamente posible. Descubre y desafía tus juicios morales. Es posible
que la abstinencia o la virginidad hasta el matrimonio sean un valor importante
para ti, pero debes conseguir no juzgar a quienes comparten tus valores. Por
favor, intenta cuidadosa y honestamente, preferiblemente con la ayuda de un
profesional, conocer tus juicios morales. De no hacerlo así, transmitirás a tu
hijo, inconscientemente, tus juicios acerca de su familia biológica mediante
señales verbales, el tono y las palabras empleadas, el lenguaje corporal, la expresión
facial, etc. Los niños captan esas señales y las utilizan para interpretar los
hechos y su pasado y terminan por sentirse avergonzados. Los padres necesitan
ayudan para discutir y enfrentarse a hechos tan delicados, para controlar las
señales que envían a sus hijos y para sentirse cómodos al hablar de esos
hechos.
El objetivo de los padres debe ser sentirse “cómodos”.
Para ello deberán aprender a identificar,
controlar y compartir su malestar. Por ejemplo: “Linda, sé que me pongo
tensa cada vez que hablamos de la historia de tu padre biológico en la cárcel.
Mi nerviosismo es porque me preocupo por ti y deseo que no te sientas culpable
o avergonzada por las cosas que tu padre biológico hizo”.
Completar algunas frases puede ayudar a los padres a
identificar sus juicios morales sobre las personas involucradas en estas delicadas
situaciones. Intenta completar las siguientes frases:
- Una
persona que comete una violación es …
- Una
persona que está en la cárcel es …
- Una
persona víctima de una violación es …
- Una
mujer que da a su hijo en adopción es …
- Una
mujer que tiene dos hijos, se queda embarazada por tercera vez y da a su tercer
hijo en adopción es …
Recuerda que el objetivo de este ejercicio
es descubrir tus reacciones hacia las personas implicadas y aclarar si, y en
qué medida, podrías transmitir esas reacciones a tu hijo. Violar no está bien,
no es un comportamiento aceptable. Si tu hijo fue concebido en un acto de
violación, debes conseguir separar el inaceptable acto de agresión, de la
persona (el padre de tu hijo/a). Si no logras separar el comportamiento del
individuo, no importa lo horrorizado y enfadado que te sientas, tu hijo no
aprenderá a distinguir el sentido de su nacimiento o de su herencia genética de
los comportamientos inapropiados o inaceptable.
Tu hijo va a necesitar una guía y un modelo a seguir para
poder separar las
circunstancias de su concepción de su imagen interior y de su autoestima.
Últimamente he oído profesionales de la adopción describir la situación
utilizando la frase: “Su hijo es el producto de una violación (o incesto)”.
Discrepo profundamente, ningún ser humano, ninguna valiosa vida humana es un “producto”.
Tu hijo fue concebido durante una violación o un incesto. Como ser humano,
valioso y único, aunque fuera concebido en tales circunstancias, no está
predeterminado a repetir el mismo comportamiento.
¿ESTÁ EL NIÑO PREPARADO?
Los padres tienden instintivamente a
esperar a que el niño sea mayor de edad, tal vez adolescente, para hablarle de
los hechos delicados de su pasado. Según mi experiencia, la adolescencia no es
el mejor momento para compartir ese tipo de información. Dos de las tareas a
las que se enfrentan los adolescentes, individualizar y separar, pueden hacer
que les resulte problemático elaborar y exteriorizar la información delicada:
Durante la adolescencia, el joven, está elaborando la cuestión “¿Quién soy?”
Basándose, en parte, en la percepción que tiene de su historia hasta ese
momento. Por otro lado, los adolescentes se están preparando para abandonar el
nido familiar. Los adolescentes adoptados pueden preguntarse “¿Quién soy y en
qué me diferencio de mis padres (adoptivos)?” Pueden llegar a la conclusión de
que son exactamente iguales que la imagen – correcta o incorrecta- que tienen
de sus padres biológicos.
La
adolescencia es una etapa crítica y compleja para aportar información nueva,
diferente y negativa acerca del pasado de un joven. Aunque los niños pequeños
sean aparentemente más vulnerables, por lo general elaboran con mayor facilidad
la información negativa, no sin dolor, confusión y algún sentimiento de
culpa, pero las posibilidades de que interiorice sentimientos de culpa y se
avergüencen de las acciones realizadas por otros son menores. Un niño que tiene
entre 8 y 10 años dispone de más tiempo para elaborar y re-elaborar la
información y para conseguir crear una imagen positiva de él mismo, antes de
comenzar a abandonar emocionalmente el nido familiar.
EL MOMENTO ADECUADO:
La elección del momento adecuado para
hablar con tu hijo depende de la etapa que esté atravesando. Si crees que tu
hijo tiene una imagen de sí mismo demasiado negativa o que se siente demasiado
avergonzado como para ser capaz de elaborar información delicada sin interiorizar
ulteriores sentimientos negativos o de vergüenza, debes planear como:
a) Ayudarle a enfrentarse a la imagen negativa
que tiene de sí mismo.
b) Ayudarle a reforzar sus vínculos.
c) Ayudarle a identificar y expresar
apropiadamente sus sentimientos, especialmente la rabia, el enfado, la
frustración, la tristeza, la desesperación y la impotencia.
d) Compartir la información cuando crees que ha
progresado lo suficiente.
Recuerda
que a menudo los niños perciben la existencia de secretos y llegan a la
conclusión de que son culpables. Ocultar algunos detalles de la historia y del
pasado de un niño puede acabar reforzando que se sienta avergonzado. Cuando
valores su preparación para poder hablarle de hechos delicados de su pasado,
observa sus recursos para enfrentarse a ellos, así como su capacidad cognitiva
y emotiva para elaborarlos. Si decides esperar hasta que el niño muestre una
imagen positiva de sí mismo, puedes atrapar a tu hijo en una serie de
insinuaciones y percepciones vagas que le avergüencen y negarle la oportunidad
de entender y elaborar la realidad de su pasado y su vida.
Compartir
con tu hijo datos delicados de su pasado, validando sus sentimientos y haciendo
hincapié en esos fueron comportamientos y decisiones de otras personas y no suyas,
puede ayudarle a superar una imagen negativa de sí mismo, basada en
sentimientos de culpabilidad.
ESCOGER LAS PALABRAS:
Escoge con cuidado las palabras que vas a
utilizar para hablar con tu hijo. Recuerda que el objetivo es que te muestres
abierto, sincero y comprensivo; que comuniques los hechos con la menor cantidad
de perjuicios posible, y que ayudes a tu hijo a elaborar la información
difícil. Decide quién está presente. Anota los hechos y las suposiciones y
anota también las palabras que te parecen eficaces. Si es posible, cuenta con
la presencia de un profesional que pueda ayudaros, a tu hijo y a ti,
inicialmente y a largo plazo. Tu hijo necesita tener acceso a personas que
puedan ayudarle a convalidar sus sentimientos y a corregir interpretaciones
erróneas”.
CONCLUSIONES
- Si como padres seguís dudando sobre si es
oportuno compartir todos los detalles del pasado o de la historia de vuestro
hijo, animaos a buscar ayuda profesional para decidir cómo y cuándo hablarle.
Actualmente Andalucía tiene un servicio de postadopción donde podrán
orientaros. Los asistentes sociales y las asociaciones de familias pueden
aconsejaros profesionales con experiencia en los que buscar apoyo.
- Si te sientes abrumado, busca alguien que te
apoye de manera regular. Recuerda que compartir con tu hijo la información
delicada y ayudarle a elaborar las piezas de su pasado puede servir para
acercaros más.
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